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Mostrando entradas de marzo, 2011

Como vasija de barro

No soy espectacular, no te dejes engañar por tus percepciones. De hecho, soy muy frágil, tanto así como un vaso de barro que al caer, se rompe. No pienses que si hablo elocuente o muestro valentía tiene que ver con mi personalidad o mis dones. Soy más vulnerable de lo que otros perciben. Nunca pienses que el brillo que en ocasiones doy es por mi limpieza y perfección, muchos han invertido en pulirme y uno murió por limpiarme. Nunca creas que lo bueno que está sucediendo a mi alrededor es consecuencia de mis buenas obras, si en algo he participado yo es en dejar que sea Otro el que haga. Si alguna vez te hago pensar que no eres lo suficientemente bueno, no me hagas caso, nadie lo es. Si alguna vez te he hecho sentir menos amado, perdóname, aún no sé amar como Él. Si alguna vez te has sentido rechazado por mí, perdón, sigo fallando. Si has recibido algo bueno de mi parte, da gracias a Dios, de Él viene todo lo bueno. Él es el único que no falla, que ama de manera perf

Lo que no veo y Dios está haciendo...*

No tengo palabras que puedan describir el gozo que produce el ver la vida de mis amigos: estudiantes, vecinos o familiares-de quienes he sido parte de su caminar con Jesus- dar pasos firmes, verlos confrontados con la Palabra, descubriendo sus dones, sirviendo a otros, derramando lágrimas de arrepentimiento y también poniendo sus vidas por Aquél que los llamó. Hoy los escuché orar... No es la primera vez, pero fue muy especial. Son ese grupo de mujeres jóvenes que comenzó hace casi dos años, y que ahora también recibe a varios hombres. Hemos pasado por varios encuentros de Jesús con mujeres, por Ruth, Marcos, el Sermon del Monte y ahora estamos en Hechos. La primera mitad del capítulo 4 nos confrontó a todos. En esta parte del relato de Lucas, vemos a Pedro y a Juan, valientes y osados ante toda la élite religiosa y política de los judios, los mismos que habían crucificado a Jesús. Y estos dos hombres, sin estatus, sin el poder de la intimidación, sin poder político, religioso o jud

Caminando y orando...

"Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.»" Hoy hicimos algo parecido en la Universidad. Recorrimos las facultades, los jardines, los pasillos y algunos edificios... No estuvimos enseñando, pero estuvimos orando, sintiendo compasión por los estudiantes, los maestros y todos con los que nos topábamos. Eran como ovejas sin pastor . Hay mucho por hacer, hay muchas necesidades, y en cada facultad nos detuvimos a orar, a p edir al Señor por su voluntad, a rogar porque su Reino venga, que su justicia se establezca, porque otros le puedan conocer, para que Él sea glorificado y para que nosotros podamos ver

El testigo

No es el protagonista de la historia, ni el que lleva a cabo la acción. No es a quien todos ven o de quien todos se maravillan. El testigo es quien observó, vivió, palpó, escuchó y sintió. El testigo da fe de lo acontecido, es quien conoce los hechos y los da a conocer. El testigo no construye ficciones, revela historias del pasado, las explica en su contexto. No defiende a nadie, cuenta su experiencia, provee evidencias, recurre a su memoria. Es valiente para decir la verdad, a pesar de los intereses de otros. De entre muchas cosas, Dios nos llama a ser sus testigos...

Dios arma rompecabezas

Dios está juntando las piezas regadas de nuestro rompecabezas. Lo imagino agachado y de rodillas, poniendo con paciencia cada de una de ellas en su lugar. De pronto parándose para ir por una que está muy lejos, y otras que quisieron robarse, pero él ha recuperado. Lo veo cómo recuerda claramente la imagen que él formó en un principio y sabe bien las razones por las que todo está en pedacitos y regado por todas partes. Lo hace con mucho cuidado y detalle, me soprende que no le impacienta. Para él esto no le rompe la cabeza, pero si le duele en su corazón, cuando lo ve todo incompleto. Pero está trabajando para que quede bien, no se ha cansado, y al ver su sonrisa y la satisfacción por su trabajo, veo con confianza que no abandonará su obra hasta verlo terminado. ¡Qué alivio! Ayer pensé en esta imagen al compartir con una amiga sobre la restauración que Dios hace en nuestras vidas.

No podemos encerrarte Señor

"Cannot Keep You" de Gungor Una banda y una canción que hacen pensar la fe, el evangelio y nuestro forma de comunicarlo a esta generación.

Las bendiciones de la soledad

Llegué a un lugar que no conocía, caminé por una playa sin gente, el viento frío ahuyentó a muchos, pero caminé un buen tiempo. Me di cuenta que la soledad era incómoda en principio, empezamos a platicar sobre mis sentimientos, pensamientos, emociones, expectativas, ilusiones, experiencias pasadas, mi alegria, preocupaciones y mi dolor. Así empezamos a caminar por la playa, fueron varios kilómetros... un rato me senté y escribí, comí un poco y seguimos caminando. El retiro no me resolvió todas mis dudas, ni fue una fórmula mágica de transformación, pero obró algo en mí, Dios hizo algo que aún no logro articular, él está haciendo algo que no logro controlar, y está bien, así quiero que sea. Después escribí y escribí y escribí. Todo en una nueva libreta sin rayas, ahí me di cuenta de procesos y transformaciones, de orgullos e inseguridad, de falsas fuentes de valor e identidad. Ahí fue como verme en el espejo y rogar porque no se me olvide la imagen. En el cuarto desconocido, solitario

Otra dimensión del ministerio estudiantil:

La Iglesia local Sigo aprendiendo muchas cosas en este caminar de la mano con Dios. Y doy gracias por ello. El aprendizaje de las últimas semanas ha sido téorico y práctico y tiene que ver con la iglesia local. Por lo que me veo obligada a reflexionar, escribiendo sobre lo q ue pienso, veo y de lo que me arrepiento. El lunes antepasado, sentada en un café, conversaba con uno de mis mejores amigos. Recordamos los años de universidad (tiene poco que pasaron), y cómo mucho de nuestro estudio bíblico desafiaba nuestras prácticas culturales como evangélicos. Como estudiantes de historia, en una escuela de Humanidades, nos formamos en un ambiente crítico, donde se nos hacía muy fácil juzgar lo que se hace dentro de las instituciones eclesiásticas. Muchas veces ocupamos el lugar de jueces y a mi me costaba trabajo verme dentro de la iglesia local. Esto fue bueno en parte, porque la Palabra nos mostraba lo fundamental para el discipulado , y en un ambiente hostil al evangelio, tuvimos que ap