En esta fechas que suelen considerarse especiales y nos llevan a pensar y recordar muchas cosas, yo también me doy a la tarea de recordar.
Al igual que un amigo que escribió hace algunos días, yo también estoy agradecida, muy agradecida con ustedes y con Dios, por ustedes y por Jesús. En esta semana tuve la oportunidad de escuchar y estudiar más acerca de la realidad a la que nos enfrentamos y pese al dolor que uno afronta considerando nuestro mundo en desorden y medio desquiciado, el saldo final ha sido favorable. La esperanza no es un sentimiento optimista con el que podemos enfrentar la vida, pues al menos esa esperanza no permanece cuando la fatalidad nos encierra ante la realidad de la muerte, la guerra, el sufrimiento, la traición o el odio. Pero tampoco es una ilusión que nos permite huir ante la realidad de nuestra propia existencia efímera y lo elusivo de la vida.
En este tiempo que tradicionalmente se rememora el nacimiento de Jesús, tal vez podamos aprovechar la ocasión para pensar en su persona y su obra, más allá de lo que otros han hecho de su nombre. Por Jesús, los que decimos creer, somos desafiados en mirar al mundo con realismo y afrontar la vida y las cosas que no entendemos, que resultan aparentemente injustas o malas. Pero lo hacemos con esperanza firme, en reconocimiento de que sí, el mundo está mal pero las promesas de bienestar son reales. No es la apuesta al “progreso”, es la esperanza de un nuevo mundo donde ya no hay más egoísmo, dolor y sufrimiento porque se restablece el propósito de Dios para todo lo creado: para el ser humano, sus relaciones y la naturaleza.
Ahora entiendo que es por esta esperanza que surge la tensión, porque cómo han dicho desde hace mucho años: espero con ansia el futuro prometido pues aún duele la realidad, pero la enfrento con esperanza y espero con paciencia porque la certeza es firme y la vida que hoy vivo está llena de Vida.
Por esta razón, en esta día mando un pequeño fragmento de mis reflexiones, esperando que provean algún destello de inquietud, esperanza y sincero amor, lo que sea que en este momento sirva mejor.
Dios con nosotros en Jesús (un verdadero gesto de compasión).
Con cariño desde Cuernavaca,
Alejandra
Al igual que un amigo que escribió hace algunos días, yo también estoy agradecida, muy agradecida con ustedes y con Dios, por ustedes y por Jesús. En esta semana tuve la oportunidad de escuchar y estudiar más acerca de la realidad a la que nos enfrentamos y pese al dolor que uno afronta considerando nuestro mundo en desorden y medio desquiciado, el saldo final ha sido favorable. La esperanza no es un sentimiento optimista con el que podemos enfrentar la vida, pues al menos esa esperanza no permanece cuando la fatalidad nos encierra ante la realidad de la muerte, la guerra, el sufrimiento, la traición o el odio. Pero tampoco es una ilusión que nos permite huir ante la realidad de nuestra propia existencia efímera y lo elusivo de la vida.
En este tiempo que tradicionalmente se rememora el nacimiento de Jesús, tal vez podamos aprovechar la ocasión para pensar en su persona y su obra, más allá de lo que otros han hecho de su nombre. Por Jesús, los que decimos creer, somos desafiados en mirar al mundo con realismo y afrontar la vida y las cosas que no entendemos, que resultan aparentemente injustas o malas. Pero lo hacemos con esperanza firme, en reconocimiento de que sí, el mundo está mal pero las promesas de bienestar son reales. No es la apuesta al “progreso”, es la esperanza de un nuevo mundo donde ya no hay más egoísmo, dolor y sufrimiento porque se restablece el propósito de Dios para todo lo creado: para el ser humano, sus relaciones y la naturaleza.
Ahora entiendo que es por esta esperanza que surge la tensión, porque cómo han dicho desde hace mucho años: espero con ansia el futuro prometido pues aún duele la realidad, pero la enfrento con esperanza y espero con paciencia porque la certeza es firme y la vida que hoy vivo está llena de Vida.
Por esta razón, en esta día mando un pequeño fragmento de mis reflexiones, esperando que provean algún destello de inquietud, esperanza y sincero amor, lo que sea que en este momento sirva mejor.
Dios con nosotros en Jesús (un verdadero gesto de compasión).
Con cariño desde Cuernavaca,
Alejandra
Lindo!
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