Más o menos así articulé la pregunta después de un estudio bíblico en Gálatas 4. Tenemos varias semanas estudiando esta carta entre varios profesionistas y ha sido toda una experiencia de estudio en comunidad y confrontación con la GRACIA. Creo que el principal desafìo ha sido ver que la religión humana busca hacer algo para acercarse a Dios, y el cristianismo fundamentado en la Biblia dice lo que Dios hizo para llegar a nosotros: su gracia. No es una gracia barata, porque nos compromete con él, con su pueblo y con el mundo, pero antes de partipar de la promesa no hay merito humano que nos acerque a Dios. Gálatas defiende esto, y es pertinente para nosotros ahora.
En un mundo como el de hoy, donde nos cuesta tanto mostrar nuestro fracaso y debilidad, la gracia nos declara incompetentes. La ley nos muestra nuestra incapacidad y la gracia de Dios anuncia la buena noticia de lo que Cristo ha hecho para reconciliarnos con Dios y con los otros/las otras. Una salvación transhistórica, que obró, obra y obrará para nuestro beneficio y para Su gloria.
Pero el punto de este post es la pregunta... Me gustaron las respuestas de los amigos y amigas en aquél lugar de bebidas y comida extrañas al paladar. Por un momento, comenzamos a imaginar, soñar, preguntarnos, juzgar y a ver a la Palabra como el medio de transformación de nuestras realidades eclesiales trilladas y monótonas. Aunque aclaro, no todas son iguales, pero como jóvenes, sí estamos cansados, y si no hacemos algo-es decir, dejamos que la Palabra transforme-seremos complices de lo mismo.
Hablamos sobre el poder, la autoridad, la cultura latinoamericana, el modelo del líder-cacique y lo contrastamos con el servicio, el autoexamen, las motivaciones, la partipación incluyente y la responsabilidad que todos tenemos. Me encantó vernos pensar e imaginarnos en acción. No hemos descubierto el hilo negro, la cuestión está en la Palabra. Y ésta no le pertenece a los doctos, es para todos y debemos acercarla a todos, estudiarla juntas, escucharnos. Abrir el espacio para la réplica, estar dispuestos a que nos cuestionen. Afirmarnos en la gracia, seguir a Jesús y que lo demás nos lo imponga la Palabra, no la cultura evangélica que arropa el mensaje.
Sé que no es fácil por los arraigos culturales, pero si no creo que esto es posible, la verdad es que perdería la esperanza. He visto la Palabra transformar realidades cotidianas en beneficio de familias y comunidades para la gloria de Dios; que en verdad le hablan al mundo del amor y justicia de un Dios cercano. Asi que sí creo que debemos caminar con esperanza, promoviendo formas de hacer iglesia en el nuevo siglo, fieles a la Palabra, pertinentes, autoexaminándonos y regresando a la Palabra. Todo para la gloria de Dios, que se complace en amar y enseñarnos a amar, servir, hacer justicia y ser humildes.
En un mundo como el de hoy, donde nos cuesta tanto mostrar nuestro fracaso y debilidad, la gracia nos declara incompetentes. La ley nos muestra nuestra incapacidad y la gracia de Dios anuncia la buena noticia de lo que Cristo ha hecho para reconciliarnos con Dios y con los otros/las otras. Una salvación transhistórica, que obró, obra y obrará para nuestro beneficio y para Su gloria.
Pero el punto de este post es la pregunta... Me gustaron las respuestas de los amigos y amigas en aquél lugar de bebidas y comida extrañas al paladar. Por un momento, comenzamos a imaginar, soñar, preguntarnos, juzgar y a ver a la Palabra como el medio de transformación de nuestras realidades eclesiales trilladas y monótonas. Aunque aclaro, no todas son iguales, pero como jóvenes, sí estamos cansados, y si no hacemos algo-es decir, dejamos que la Palabra transforme-seremos complices de lo mismo.
Hablamos sobre el poder, la autoridad, la cultura latinoamericana, el modelo del líder-cacique y lo contrastamos con el servicio, el autoexamen, las motivaciones, la partipación incluyente y la responsabilidad que todos tenemos. Me encantó vernos pensar e imaginarnos en acción. No hemos descubierto el hilo negro, la cuestión está en la Palabra. Y ésta no le pertenece a los doctos, es para todos y debemos acercarla a todos, estudiarla juntas, escucharnos. Abrir el espacio para la réplica, estar dispuestos a que nos cuestionen. Afirmarnos en la gracia, seguir a Jesús y que lo demás nos lo imponga la Palabra, no la cultura evangélica que arropa el mensaje.
Sé que no es fácil por los arraigos culturales, pero si no creo que esto es posible, la verdad es que perdería la esperanza. He visto la Palabra transformar realidades cotidianas en beneficio de familias y comunidades para la gloria de Dios; que en verdad le hablan al mundo del amor y justicia de un Dios cercano. Asi que sí creo que debemos caminar con esperanza, promoviendo formas de hacer iglesia en el nuevo siglo, fieles a la Palabra, pertinentes, autoexaminándonos y regresando a la Palabra. Todo para la gloria de Dios, que se complace en amar y enseñarnos a amar, servir, hacer justicia y ser humildes.
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