Regresamos. Estamos de vuelta en Tijuana, con los nuestros. Y entre lagrimas, me alegro montones. Porque el regreso no ha sido fácil, pero ha sido bueno. Ha estado lleno de personas, de amor, de sorpresas, de alegría, incertidumbre y novedades. No somos los mismos, pero no sabemos cuánto hemos cambiado. La gente a la que amamos nos ama igual y eso nos llena el corazón. Nosotros/yo, valoro todo distinto. Honestamente, aún no sé las implicaciones de nuestra ida y regreso, pero confío que ha sido bueno. Nuestra hija no me deja dudarlo. Regresamos para salir de nuevo y viajar. Hemos estado en juntas, con gente nueva y llena de esperanza y nuevos proyectos. Esperanza. Me fui con dolor y desilusión, regresé con esperanza y mucha Luz. Cuánto nos ama Dios... Y ahora, en medio de las mil cosas y la complejidad agregada de una bebé, regreso con tanta fuerza como cuando empecé en la obrería. Queriendo entregar mis mejores años para amar y servir a los estudiantes y obreros. Como me dijo ...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...