Algo que he aprendido en los viajes es mi condición de peregrina. Digo, no ha sido descubrimiento exclusivamente por viajar, pero bien ha profundizado mi comprensión sobre esa realidad. Porque mientras ando por lugares que no conozco bien, siempre tengo la esperanza de alguien recibiéndome en casa, como una de los suyos. Porque mientras aprovecho para conocer y escuchar lo que otros tienen que decir, también he aprendido a compartir lo vivido. Ahi, en esos momentos ensayo lo que es vivir por fe, despojarme de lo propio, hacerme vulnerable y aprendo el sacrificio. Siempre me toca reconocer que la provisión es divina y que las razones de mi salida superan expectativas y razones personales. De la misma manera, conozco gente que aparece en momentos definitorios y escucho al Compañero del Camino en el silencio de las sombras y el trajín del ir y venir. Me gusta verlo caminar junto a mi, mientras viajo, soy más consciente de él y le busco en lugares no descubiertos. Lo lloro en soledad y nos...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...