Para ti, que en no sé qué momento exacto empecé a amar como nunca imaginé, y que supongo que no fue un momento, sino un caminar juntos los últimos 8 años de nuestras vidas. La vida cambia de pronto, su rumbo es inesperado, y nos enseña que nuestra fragilidad es evidente y muchas veces desconcertante. Lo hemos hablado y orado tanto, que no me sorprende vivirlo, pero tampoco es fácil su experiencia. No esperaba recibir malas noticias al viajar, de un accidente automovilístico, sentir la distancia con dolor y la preocupación por ti y por nuestro querido amigo quien te acompañaba en el auto. No supe cómo reaccionar, qué pensar, qué decir, sólo quería estar contigo, abrazarte y supieras cuánto te amo, cómo agradezco a Dios por tu vida y la constancia con la que elevo mis palabras a Dios por quien eres y lo que vas siendo, en manos de nuestro Dios. Bien dijiste hace algunos días, que la distancia nos “curte”, va fortaleciendo este amor y compromiso, el cual también se enreda de...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...