Debo reconocer que me invadió un poco la nostalgia, me sentí insegura, bombardeada por todo aquello que debería desear y consumir, y de pronto me embargó un sentimiento de insatisfacción desconcertante. Tal vez no soy la única que experimentó esto… Ahora con mayor edad, comprendo mejor la presión que se enfrenta para consumir regalos, pasarla de lo mejor, disfrutar cada momento, que la comida salga perfecta, que alcance bien todo el dinero y que todos queden felices al final del día . La ecuación pareciera que es por más comida, dinero y regalos, más felicidad, pero la verdad es que no es así. Pero tampoco el no tenerlos asegura algo. Confieso que me pareció difícil encontrar contentamiento en estos días. ¿Qué hay de aquellos que sentimos tristeza en estas fechas? ¿Dónde podemos hablar nuestras inseguridades por no encajar en la sociedad de consumo? ¿Con quién compartir nuestros dolores que afloran en momentos donde deberíamos tener una sonrisa dibujada en el rostro? ¿Qué ...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...