Debo reconocer que me invadió un poco
la nostalgia, me sentí insegura, bombardeada por todo aquello que debería
desear y consumir, y de pronto me embargó un sentimiento de insatisfacción
desconcertante. Tal vez no soy la única que experimentó esto…
Ahora con mayor edad, comprendo mejor
la presión que se enfrenta para consumir regalos, pasarla de lo mejor,
disfrutar cada momento, que la comida salga perfecta, que alcance bien todo el
dinero y que todos queden felices al final del día. La ecuación pareciera que
es por más comida, dinero y regalos, más felicidad, pero la verdad es que no es
así. Pero tampoco el no tenerlos asegura algo. Confieso que me pareció difícil encontrar
contentamiento en estos días.
¿Qué hay de aquellos que sentimos
tristeza en estas fechas? ¿Dónde podemos hablar nuestras inseguridades por no
encajar en la sociedad de consumo? ¿Con quién compartir nuestros dolores que
afloran en momentos donde deberíamos tener una sonrisa dibujada en el rostro? ¿Qué
hacer con las reacciones desagradables que surgen desde el corazón por no tener
lo que quisiéramos? ¿A quién puedo decirle lo mucho que me duele la impotencia ante el dolor y miseria de muchos en mi ciudad? ¿C on quien llorar y con quien orar? Aun sabiendo la teoría y el significado de la Navidad, aun
recordando las implicaciones de Dios mismo que se hizo humano, me costó trabajo
hallar descanso.
Hubo momentos especiales cuando pude
llorar, expresar cosas que quiero, lo que salió mal y cuando fui honesta
conmigo y con otros. Fue clave que otros me recordaran el amor extravagante de
Dios y me sentí abrazada por Dios mismo a través de hermanos y amigos de la
comunidad. He disfrutado los encuentros con amigos y amigas a quienes veo 1 vez
al año, y también agradecí los regalos sorpresivos y los esperados. Sin
embargo, sigo pensando…
¿Por qué nuestras navidades no dan
espacio al dolor y al sufrimiento? ¿Qué hay en mi corazón que aun no entiendo
TODAS las implicaciones del Dios que vino a nacer en un niñito indefenso en un
establo? ¿A qué cosas me resisto aún del amor de Dios y no entiendo del todo
que no pide de mí perfeccionismo, ni apariencia, ni estabilidad en mis propias
fuerzas? Si él me conoce/nos conoce, ¿por qué aparentar o pretender? En esta
época, hoy, en este año que termina y el que comienza quiero seguir aprendiendo
a descansar en Él, hacerlo junto a otros e invitar a otros a conocer este amor
que lo da todo, que llena, satisface, provee descanso y conoce bien nuestros
problemas, carencias, fallas y nuestro desastre.
Y también, ¿cómo vivir sencillamente? ¿cómo descubrir junto a otros que la Navidad no tiene que ver con el consumo y los regalos? ¿Cómo abrir el espacio para ser personas y sentir? ¿por qué no ir a aquellos que sufren y se duelen o que carecen y no me puden dar nada material y compartir con ellos, aprender de ellos? ¿cómo reflejar el verdadero significado del nacimiento de Jesús en mi vida diaria, en las decisiones cotidianas?
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