Me fui tres días
(dos noches) y Luciana se quedó su papá y con la ayuda de los tatas, el tito,
su abue y su tía. Tenemos toda una tribu que nos acompaña. Aún así, viajar sin
ella fue UNA DE LAS DECISIONES MÁS DIFÍCILES QUE HE TOMADO. No estoy
exagerando, sentí como algo en mí se des-configuraba y hasta dolía. La decisión
de viajar me ha costado ver muy adentro de mí misma, mis miedos y mis propias
expectativas. La maternidad me ha llevado de la mano para evaluar mi vocación y
limitaciones. Toda esta experiencia está provocando algo en lo profundo.
Luciana tiene 15
meses, camina, se expresa, habla muchas palabras sueltas y entiende muy bien lo
que le decimos, en inglés y en español. Es una niña muy fuerte, sociable y sabe
bien lo que quiere, juguetona, gritona y de más observadora. Dejarle por estos
días parecía ir contra mi naturaleza. Me cuestionaba mis propios principios y
al mismo tiempo se reflejaban miedos y mentiras impuestas. Físicamente era
demandante, sacarme leche y tirarla, porque no preví como regresar con ella. CULPA,
un nuevo sentimiento que acompaña esta etapa se hizo muy presente…
Viéndolo con un
poco de distancia, estos días no han sido fáciles. Comprar vuelos para los
siguientes viajes, pensar en dejarle leche para mis ausencias y adelantarme a
las maneras que podemos hacer más llevaderos los viajes de mamá. Por su parte,
Luciana ha estado más pegada a mí, asegurándose de que no me vaya por mucho
tiempo.
–Esto es parte de
la vida-, me repito a mí misma y comienzo a decirle a Luciana.
-Mamá viaja-
Y me recuerdo a
mí misma que si bien ella es prioridad, dejarle unos días con su papá, con quien
comparto la crianza es totalmente bueno. Pero un segundo después, pienso
nuevamente en el costo de dejarle, me cuestiono si no la estaré traumatizando de
por vida, me culpo por no querer ser una madre que deja todo por su hija y me
vuelvo a tranquilizar. Respiro profundo. Oro.
Mi hija sabrá que
su mamá trabaja. Que su mamá tuvo el privilegio de llevarla a todos lados por
sus primeros 13 meses de vida, incluyendo un larguísimo viaje a Sudáfrica. Mi bello
amanecer recordará por medio de fotos los lugares en los que estuvo con mamá trabajando.
Ella llevará en su piel la memoria de unos papás que la cargaron siempre que
ella lo permitió, y cuando alguno se cansaba, el otro la sostenía. Nuestra hija
sabrá que sus papás no lo dejaron todo por ella, pero si cómo la amaron y
buscaron lo mejor en medio de sus propias vocaciones y vidas.
Los
cuestionamientos que han surgido son buenos compañeros en el camino. He de
desechar las culpas, pero mis limitaciones impuestas por el amor a otros es
algo digno de tener presente. Mis dudas son válidas para llevarlas ante el
Creador, quien es Padre y Madre. Mi dolor ante la separación momentánea me une
a muchos otros separados de los suyos contra su voluntad. Al final del día,
Luciana se sabrá amada, sabrá que su mamá regresa, después de cada viaje.
Encontraremos los rituales que lo hacen llevadero, incluyendo los cuentos terapéuticos,
el peluche, las frases, los abrazos.
Dejarla fue un
experimento de confianza en nosotras y en los que nos rodean. La simple
elección es un privilegio. Esto de la maternidad y sus tensiones es complejo,
hasta confuso e incontrolable. Como lo es amar y confiar. Sigo practicando….
¡Me gustó mucho! Saludos Ale, tienes una forma de escribir muy hermosa y amena. Dios te siga usando como hasta ahora.
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