Han pasado cosas muy especiales en el último mes. No todas fáciles, pero he aprendido mucho, he sido renovada en fuerzas, ánimo y esperanza y muy animada en la fe. De nuevo estoy muy agradecida, aprendiendo a agradecer lo bueno y lo no tan bueno, aprendiendo a vivir y hacer frente a los desafíos que llegan. (Y hasta las juntas regionales han sido un espacio de -suspiro-...)
De nuevo tengo muchas cosas por delante en los próximos meses: cosas, eventos y encuentros que definen rumbo, que marcan pauta para lo que viene, que me permiten ver desde los ojos de otros, que me ponen en situaciones "nuevas" y me invitan a verle a Él, quien es mi norte donde quiera que voy. La semana que pasó fue inesperada, pero con tanto sentido que sólo Dios pudo planearlo. Sólo él sabía lo que necesitaba mi corazón cansado y mi fe debil, sólo él vio detrás de mis lágrimas y sólo él sabía lo que necesitaba escuchar y las cosas más escondidas. Nos lo regalo a nosotras, nos confortó, nos abrazó, nos dió su visión, su abrazo, sus cuidados y nos consintió como hijas que somos.
De pronto, en medio de las conversaciones le vi claramente, como Aquél que delinea historias, que redime todo, que es experto en salvar. Agradecí cosas ordinarias y sencillas, pero llenas de vida: un tiempo en su Palabra, las historias de fe, su avivamiento, la oración de hermanos, el orar por otros, llorar rodeada de amigos y con ellos, abrir el corazón, recibir Su amor, soñar planeando, compartir el ministerio en México. Nuevos amigos, nuevos rostros, escalar Catalina, el paseo en kayak, las pláticas de contextos diferentes de ministerio, las cafeterias francesas y chinas, los pastelitos de regalo, el paseo por el lago y las largas conversaciones sobre etnicidad, reconcialición racial, redención y desafios transculturales. Amo al Dios que me llamó a él y el trabajo que puedo hacer, donde soy transformada.
¡Cómo disfruto también el libro que me acompaña casi cada mañana! Viendo mi vida a través de las historias de David con Dios. Llenas de amor, gracia, pecado, redención, belleza, cotidianidad, lugares, personas, todo rodeado de Dios, ante Dios. Y cómo amo a mis amigos de casa...Con los que comparto la Biblia los miércoles, quienes me invitan a ser yo con su honestidad, a quienes veo crecer en su fe de manera genuina, quienes me enseñan también. Con ellos corro, río, juego en las albercas, como y le conocemos juntos...aprendemos a vivir.
Las reuniones y conversaciones con ellos, los estudiantes, los tiempos que me regalan, los desafíos que tenemos por delante y los que enfrentaremos juntos son un regalo. Son razones dignas de ponerme de rodillas ante Él. Estas dos semanas, espero encuentros con ellos, espero recibirles en casa, compartir la comida, el té y las luchas. Espero escuchar sus inquietudes y ampliarles la duda, espero ser amiga. Pero también quiero animar al equipo de quienes trabajamos para llevar el Reino de Dios a las escuelas, a hacer eso, a orar, a buscarle a Él, al que lo hace posible, a no cansarnos, a depender de él, a una búsqueda extraordinaria y una espera en lo que solo él puede hacer.
Me esperan 5 semanas de viajes y salidas, tengo expectativa en Él, tengo preguntas, de nuevo viajo con muchas cosas en la mochila, con esperanza y con una tremenda necesidad de encontrarme con Él en cada vuelo, en cada lugar donde comparta, en cada libro que hojee, en cada plática y cada lágrima derramada. Y también en el rostro de los migrantes, en la de los estudiantes norteamericanos, de mis colegas de la obra, quiero verle en los caminos de quienes luchan por justicia en los dos lados de la frontera, quiero llorar en el arroyo de Valle como lo he hecho años atrás, y quiero inquietar a estudiantes para no conformarse y buscar el Reino. Quiero comenzar cada día humillada y terminar agradecida con Dios. Quiero caminar contigo, por donde sea, hacia donde sea... Anhelo descansar en tí, relajarme y disfrutar tu obra.
De nuevo tengo muchas cosas por delante en los próximos meses: cosas, eventos y encuentros que definen rumbo, que marcan pauta para lo que viene, que me permiten ver desde los ojos de otros, que me ponen en situaciones "nuevas" y me invitan a verle a Él, quien es mi norte donde quiera que voy. La semana que pasó fue inesperada, pero con tanto sentido que sólo Dios pudo planearlo. Sólo él sabía lo que necesitaba mi corazón cansado y mi fe debil, sólo él vio detrás de mis lágrimas y sólo él sabía lo que necesitaba escuchar y las cosas más escondidas. Nos lo regalo a nosotras, nos confortó, nos abrazó, nos dió su visión, su abrazo, sus cuidados y nos consintió como hijas que somos.
De pronto, en medio de las conversaciones le vi claramente, como Aquél que delinea historias, que redime todo, que es experto en salvar. Agradecí cosas ordinarias y sencillas, pero llenas de vida: un tiempo en su Palabra, las historias de fe, su avivamiento, la oración de hermanos, el orar por otros, llorar rodeada de amigos y con ellos, abrir el corazón, recibir Su amor, soñar planeando, compartir el ministerio en México. Nuevos amigos, nuevos rostros, escalar Catalina, el paseo en kayak, las pláticas de contextos diferentes de ministerio, las cafeterias francesas y chinas, los pastelitos de regalo, el paseo por el lago y las largas conversaciones sobre etnicidad, reconcialición racial, redención y desafios transculturales. Amo al Dios que me llamó a él y el trabajo que puedo hacer, donde soy transformada.
¡Cómo disfruto también el libro que me acompaña casi cada mañana! Viendo mi vida a través de las historias de David con Dios. Llenas de amor, gracia, pecado, redención, belleza, cotidianidad, lugares, personas, todo rodeado de Dios, ante Dios. Y cómo amo a mis amigos de casa...Con los que comparto la Biblia los miércoles, quienes me invitan a ser yo con su honestidad, a quienes veo crecer en su fe de manera genuina, quienes me enseñan también. Con ellos corro, río, juego en las albercas, como y le conocemos juntos...aprendemos a vivir.
Las reuniones y conversaciones con ellos, los estudiantes, los tiempos que me regalan, los desafíos que tenemos por delante y los que enfrentaremos juntos son un regalo. Son razones dignas de ponerme de rodillas ante Él. Estas dos semanas, espero encuentros con ellos, espero recibirles en casa, compartir la comida, el té y las luchas. Espero escuchar sus inquietudes y ampliarles la duda, espero ser amiga. Pero también quiero animar al equipo de quienes trabajamos para llevar el Reino de Dios a las escuelas, a hacer eso, a orar, a buscarle a Él, al que lo hace posible, a no cansarnos, a depender de él, a una búsqueda extraordinaria y una espera en lo que solo él puede hacer.
Me esperan 5 semanas de viajes y salidas, tengo expectativa en Él, tengo preguntas, de nuevo viajo con muchas cosas en la mochila, con esperanza y con una tremenda necesidad de encontrarme con Él en cada vuelo, en cada lugar donde comparta, en cada libro que hojee, en cada plática y cada lágrima derramada. Y también en el rostro de los migrantes, en la de los estudiantes norteamericanos, de mis colegas de la obra, quiero verle en los caminos de quienes luchan por justicia en los dos lados de la frontera, quiero llorar en el arroyo de Valle como lo he hecho años atrás, y quiero inquietar a estudiantes para no conformarse y buscar el Reino. Quiero comenzar cada día humillada y terminar agradecida con Dios. Quiero caminar contigo, por donde sea, hacia donde sea... Anhelo descansar en tí, relajarme y disfrutar tu obra.
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