Es difícil poner en palabras lo que Dios hizo en
esos seis días de mi vida y la de
los demás que formaron parte de
este proyecto, titubeo al escribir porque no ha pasado siquiera una semana
desde que culminamos. Lo que de verdad puedo decir es que ha sido una de las
experiencias más significativas que he
tenido en el ministerio estudiantil. Estudiantes de distintos contextos (y países; México y Estados Unidos) se reunieron, trabajaron juntos, se
conocieron, charlaron sobre política, lloraron, oraron,
adoraron, compartieron el evangelio, buscaron
justicia y reconciliación, y fueron entrenados
en cuestión de la migración. Fui profundamente conmovida por el compañerismo y la colaboración que tuvimos, modelando relaciones
equitativas en el reino de Dios; y esto fue verdad para ambos, tanto para los
asesores como para los estudiantes. Para mí como asesora de Compa fue una bendición ser anfitriona, compartir con ellos y bendecir a mis hermanos y
hermanas de InterVarsity porque nos dimos a ellos y ellos hicieron lo mismo.
Creo que las amistades que empezaron y/o fueron cultivadas serán estratégicas para el reino de Dios en los años por venir mientras buscamos el amor de Dios en cuestión de la migración en nuestros países.
Pasamos los
primeros tres días en Tijuana, México. La primera noche dormimos en un
albergue para inmigrantes, escuchamos sus historias de dolor, separación familiar, pobreza, sufrimiento y
desesperanza. Al siguiente día preparamos algo de
comida para repartir en la central de autobuses, compartimos nuestras primeras
impresiones al respecto y oramos a Dios para que quebrantara nuestro corazón por todo esto. El segundo día estuvo lleno de actividades. Después de dar comida a los inmigrantes y
vagabundos escuchamos más historias; algunas de
esperanza y otras acerca de lo que los cristianos están haciendo para amar a su prójimo. Tomamos un tour alrededor de ciudad, compartimos la manera en
la que hacemos el ministerio estudiantil, hablamos sobre el contexto político incierto en nuestro país; de nuestra vida y luchas. Terminamos el día con una fiesta: ¡estudio bíblico, comida, adoración, comunidad, oración y música! Estudiantes y
asesores de InterVarsity pasaron esa noche en las casas de los estudiantes y
asesores de Compa, y al día siguiente visitaron
nuestras iglesias. El domingo incluso compartimos La Palabra de Dios en mi
congregación y retamos a otros a
no ser solo oidores sino vivir el evangelio con hechos concretos de amor y
servicio.
En el tercer día por la tarde cruzamos la frontera a San
Diego, California; dejando atrás a más de la mitad de los estudiantes de Compa que
participaron en el proyecto, porque no cumplen con los requisitos para que la
visa les sea otorgada. Fue una experiencia diferente el cruzar la frontera y
darme cuenta que tan sólo una frontera puede
hacernos sentir diferentes. Como mexicanos no nos sentimos bienvenidos en los
Estados Unidos, hay un sentimiento de inferioridad gestado desde nuestra
historia, y de pronto nos sentimos abrumados por la diferencia entre nuestros
países. Pero nuestros
nuevos amigos nos hicieron sentir bienvenidos y amados. Esa noche en la playa
oramos por la inestabilidad política en México, todos clamamos a Dios como uno solo. Al
siguiente día conocimos a Enrique
Morones, un activista social que lucha por los derechos de los inmigrantes y
fuimos al desierto para poner galones de agua para la gente que camina por días para poder cruzar a los Estados Unidos;
también fuimos a un
cementerio en cual hay más de 700 personas no identificadas que murieron
tratando de cruzar por el desierto. Fue una experiencia muy poderosa que me guió a mí y a los demás a pensar en la
urgencia que hay en hacer algo al respecto. Al final de ese día pasamos un tiempo con Dios pensando en los
retos y reflexionando en todo el dolor e injusticias de nuestros sistemas
corruptos.
En el quinto día fuimos entrenados por Alexia Salvatierra en
“¿Cómo abogar por los indocumentados?”. Fue un día completo de entrenamiento y de compartir experiencias de vida. Nos
dimos cuenta la migración no solo es un
problema legal o político, se trata de
familias y de nuestra responsabilidad como cristianos de amar y cuidar al
extranjero. Y el amor que creció entre la gente de
Compa e InterVarsity se convirtió en una declaración de cómo el amor de Dios derriba toda barrera y nos
permite ocuparnos profundamente los unos por los otros. Esa noche soñamos acerca de cómo el proyecto “Borderlands” puede continuar siendo un instrumento para
el reino de Dios reuniendo comunidades para hacer “La misión” juntos en el mundo de Dios. En el último día pudimos compartir de lo que estabamos agradecidos, lo que vimos
hacer a Dios en nuestras vidas y cómo nos retaba a actuar. Estaba sorprendida por el milagro que Dios
hizo; nos guió a ver, cuidar, tener
compasión, amor, y Él también nos reunió a todos como un
cuerpo.
Sólo puedo orar y tener esperanza en que
proyectos como este continúen, y que podamos vivir
como verdaderas comunidades de discípulos que testifican del reino de Dios en este mundo y del Reino
futuro. Estoy segura que Dios usará experiencias como esta para moldear nuestras vidas y continuar retándonos a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, como expresión de nuestro amor a Él.
Algunos puntos a destacar y lecciones personales:
- Verdadero compañerismo transcultural para el reino de Dios es un reto, pero en definitiva vale la pena. Pudimos conocer más de quien es Dios y quienes somos nosotros.
- Reunir estudiantes y asesores de Compa e InterVarsity fue una oportunidad para Dios de trabajar cosas en nuestro corazón, tales como: compasión, reconciliación, identidad racial y entendimiento cultural.
- La migración es mucho más que un tema para las “fronteras”, es un problema mundial que nos afecta a todos en diferentes niveles.
- El que Compa e InterVarsity hayan trabajado juntos nos ayudó a todos a ver la situación desde otra perspectiva y nos expuso a una idea más completa de la vida en ambos lados de la frontera.
- La amistad es clave para continuar trabajando en esta clase de proyectos.
- Dios realmente nos dio un regalo de esta experiencia, e incluye cosas de mi vida personal y la manera en la que llevo a cabo y entiendo el ministerio estudiantil.
It is hard to put in words what
God did those 6 days in my life and the lives of all of us who were part or
Borderlands, and I am also hesitant to write because not even a week has passed
since we finished. What I can truly say is that it has been one the most
significant experiences I've had in student ministry. We had students and staff
from very different backgrounds (and countries: USA and Mexico) come together,
work together, really get to know each other, talk politics, cry, pray,
worship, share the gospel, seek justice and reconciliation, and be trained in
the big issue of migration. I was deeply moved by the real partnership and
collaboration we had, modeling equal relationships in the kingdom of God; and
this was true both for staff and students. For me as Compa staff it was a
blessing to host, share, and bless my brothers and sisters from IV because we
gave ourselves to them and they did the same for us. I think the friendships
that were started and/or cultivated will be key to God's kingdom in the coming
years as we seek for God's love and justice in the issue of migration in our
countries.
We spent the first 3 days in
Tijuana, Mexico. The first night we slept at a shelter for immigrants, heard
their stories of pain, separation from their families, poverty, suffering and
hopelessness. We prepared some food to share the next day in the central bus
station, shared our first impressions, and prayed for God to really break our
hearts for all this. The second day was a full day. After giving food to migrants
and homeless people, we got to hear more stories, some of them of hope and of
what Christians are doing to love their neighbours. We took a tour around
Tijuana, shared how we do student ministry, the uncertain political context of
our country and more of our lives and struggles. We ended the day with a party:
bible study, food, worship, community, prayer and music! Students and staff
from IV stayed at the homes of Compa staff and students, and came to our
churches the next day. On sunday, we even got to share God's Word in my church
and challenge others to not only be hearers but to live out the Gospel with
concrete acts of love and service.
On the third day we crossed the
border to San Diego, leaving behind more than half of the Compa students who participated
in the project, because they don't cover the requisites to ask for a visa. It
was a different experience to cross and suddenly see how a border has the
capacity to make us feel different. As Mexicans we don't feel welcomed in the
US, there is a feeling of inferiority rooted in our shared history, and we felt
suddenly overwhelmed by the differences in our countries. But our new friends
made us feel welcomed, love and cared for. That night at the beach we all
prayed together for the political unrest in Mexico; we all cried to God as one.
The next day we met Enrique Morones, a social activist that fights for the
rights of the migrants, and went to the desert to put gallons of water for the
people who walk for days in order to cross into the United States. We went to a
cemetery in which there are more than 700 unidentified people that died trying
to cross the border in the desert. It was a very powerful experience, that lead
me and others to think about the urgent need to do something. At the end of that
day we spent time with God thinking about the challenges and reflecting about
all the pain and injustices of our broken systems.
On the fifth day we were trained
by Alexia Salvatierra on how to advocate for undocumented people. It was a full
day of training and sharing life and experiences. It wasn't only in issue of
laws; during those days it became clear we were dealing with people and
families, and with our responsibility as Christians to love and care for the
stranger. The love that grew between Compa and Intervarsity people became a
statement of how God's love brings down any barrier and enables us to care
deeply for one another. That night we dreamed about how this Borderlands
project can continue to be an instrument for God's kingdom in bringing together
communities to to do mission together in Gods's world. On the last day we got
to share with one another what we were grateful for, what we saw God doing in
our lives and a challenge we felt God was asking us to take. I was amazed at
the miracle God made in our lives. He lead us to see, care, have compassion,
love, and He also brought us together as a body.
I can just pray and hope for
projects like this to continue, and that we can Iive like true communities of
disciples that testify about God's kingdom in this World and the World to come.
I am sure that God will use experiences like this to shape our lives and
continue to challenge us to love our neighbors as ourselves as an expression of
our love to him.
Some highlights and personal lessons:
·
Real cross-cultural partnership for God's
kingdom is a challenge, but it is definitely worth it. We get to know more of
who God is and who we are.
·
Bringing together students and staff from
Intervarsity and Compa was an opportunity for God to work within our hearts
things such as: compassion, reconciliation, racial identity, and cultural
understanding.
·
Migration is much more than a topic for the
"borders", it is a global issue that affects us at different levels,
and requires that we as Christians get involved also at different levels.
·
Having Compa and IV work together helped us all
see the issue with different eyes and exposed us to a more complete idea of
life in both sides of the border.
·
Friendship is key to continue working on this
kind of projects.
·
God really gave us a gift from this experience,
and it includes things for my personal life and the way I do and understand
student ministry.
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