Existo como mujer, en cuerpo de mujer, creada la imagen de Dios. Entonces creo que Dios me modeló a partir de si mismo, al igual que al hombre.
Tiene tiempo que lo pienso y lo sigo pensando... Supongo que es bueno reflexionar estos temas, porque soy mujer y no podría pensar de otra forma y sí no lo hago, entonces traiciono lo que soy y de alguna manera no puedo abrazar mi identidad.
Escribo también como seguidora de Jesús, y tal vez no me sentiría digna y capaz si no fuera por él. No lo hago con afanes académicos, sino para reflexionar el caminar. Desde hace algunos meses estoy más reflexiva sobre esto de andar como mujer. No es sencillo, en un mundo como el nuestro, hostil a la vida, no es fácil tampoco ser niña, muchacha y mujer. Tampoco me siento víctima de nadie, sin embargo, asumiendo realidades y escenarios concretos, es este "lado" del reflejo de Dios quien es víctima de muerte, violencia, tortura, desprecio y usada como mercancia, por el sólo hecho de ser creada mujer y tener cuerpo, mente y corazón feminino.
Muchas cosas no las entiendo, me las pregunto y le pregunto a Dios porque duelen. Hay explicaciones sociológicas y psicológicas para tanto odio y para el desprecio heredado hacia la mujer por siglos, sin embargo, las respuestas altamente elaboradas no me satisfacen del todo. Nuestra separación de Dios como humanidad, hace que no me sorprenda ante toda la muerte y el abuso perpetrado unos contra otros, pero me quedo sin comprender el sueño de superioridad de muchos hombres. Tampoco tengo nada contra ellos, padecemos la misma herida ante nuestra separación con Dios y tenemos la misma oportunidad de ser acercados de nuevo a él y poder llamarle Padre y verlo así, como Padre y también Madre. Sus atributos no son exclusivamente masculinos; en las Escrituras encontramos atributos femininos también, y no tenemos que discutir, porque Dios no posee un sexo.
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La invitación es a caminar en estas verdades, a reconocerme creada por Dios y ver a todas como tal. ¡Qué lindo es verlo! Es también de ánimo para caminar junto con ellos, dejar que escuchen nuestras voces, ideas, sueños y pensamientos, para que entonces comprendan, para que conozcan mejor quienes somos, que somos diferentes, pensamos diferente, sentimos distinto y eso también está bien. No es mejor, ni peor, ni somos más buenas o más capaces. Es en ambos, hombres y mujeres que vemos Su imagen reflejada.
Doy gracias por los hombres en mi vida que me han permitido ver esto con más claridad: mi papá, mi mejor amigo, otros amigos y colegas...
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