Desde hace varios años escuché que dormir es y puede considerarse una disciplina espiritual. No había entendido bien el porqué, pero en estas últimas semanas ha sido más claro. Al tratar de organizar los pendientes y compromisos personales, de acomodar nuestros tiempos (con Abdiel) y de tratar de avanzar lo más posible en la planeación de la boda, el verano y las mil y un cosas que surgen… Abdiel y yo estamos re-descubriendo el descanso, con sus elementos de retiro, oración, dormir y diversión.
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Podríamos elegir no tomar el tiempo para el descanso, y dejarnos llevar por todo lo que falta y aún no se resuelve, pero entonces la tentación de ser dioses aumenta, la visión de nosotros mismos y del mundo se nubla y el cansancio en algún momento nos doblega. Resistir a esta tentación, creo que es una resistencia activa a una sociedad que corre, donde todo debe ser rápido, efectivo y exitoso. Éstas ideas están más engranadas en mi corazón de lo que quisiera, pero veo cómo Dios va curando mis impulsos frenéticos, poco a poco, con momentos donde puedo simplemente disfrutar de su presencia, la naturaleza, la buena compañía, los abrazos, los besos, la comida y el juego.
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