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Nehemías 9 (parte 3)

“Juntos en la Gran Historia”


Escuchando la Palabra.

Llegamos al capítulo 9 de Nehemías. Antes de esto, recordamos que la oposición experimentada fue francamente personal y las amenazas de matarlo y detener la reconstrucción fueron muy reales. Pero, el trabajo por fin terminó y no les llevó tanto tiempo, tan solo 52 días. Después de esto el  pueblo se juntó en células para interpretar la Palabra. Es un cuadro conmovedor, el ver al pueblo reunido, juntos para escuchar y estudiar la Palabra. Su respuesta fue el llanto y el arrepentimiento al reconocer a Dios en la Escritura, su amor, fidelidad y constante misericordia, y al mismo tiempo su constante rebeldía y desobediencia. Nehemías, Esdras y los levitas animaron al pueblo a alegrarse por el Señor y a recordar, a alegrarse en la fortaleza de Dios y a celebrar con comida. ¡Qué bueno es Dios que no nos paga conforme a lo que merecemos! En su celebración debían incluir a todos y compartir con los pobres, no cabe duda que Dios siempre tiene cuidado de los que menos tienen, conectando el amarle a él con cuidado por los más vulnerables.  

Nehemías se empeñó en la reconstrucción del muro, pero el trabajo más importante y más complejo fue la reconstrucción del pueblo, la edificación de la comunidad y la renovación espiritual de la gente. La lectura de la Ley fue clave, es decir, de su historia, del amor de Dios, de los pactos, de las normas que les traerían vida, etc. Y al escucharla no era solo entretenerse con ella, escuchar en esencia implicó obedecer y poner por obra, quien en verdad escucha es quien lo vive. Escuchar la Palabra fue un acto de adoración, su respuesta fue adorar a Dios. ¡Tenemos un grande privilegio al reconocer que la Biblia es la Palabra de Dios y que Dios mismo se ha revelado a nosotros por medio de ella!   Al escuchar la palabra estaban oyendo las historias que explican quiénes son, que dan sentido y propósito. Los seres humanos somos por naturaleza contadores de cuentos e historias, porque con ellos definimos la vida, los valores, nuestras identidades y nuestros sueños. No conocer la historia que la Biblia nos cuenta nos deja sin identidad, aunque tengamos una ciudad con buenos muros, un movimiento estudiantil estable o una célula bien consolidada, si no conocemos la historia de Dios en la que estamos insertos, nos perdemos fácilmente. Ese día fue clave para el pueblo, estaban reunidos y atentos y la lectura de la Ley les recordó sus orígenes y el Dios que los formó, los salvó, los perdonó y les permitió regresar a Jerusalén.

Después de este día de lectura, estudio, lamento, adoración y celebración, el pueblo siguió estudiando la Palabra. Fue en ese momento de estudio de la Palabra que se encontraron con que estaban en el periodo de tiempo de una de las 3 grandes fiestas que Dios había dejado para que Israel no olvidara su pasado. La fiesta de las enramadas les ayudaba a recordar los 40 años que pasaron en el desierto y que vivieron en casitas de campaña. En esta fiesta, la gente de Israel, adultos y niños salían de sus casas y vivían en tiendas de campaña construidas con ramas. ¡Imagínense que divertido debió ser para los niños y que didáctico! Las tiendas se ponían en los techos de las casas, los patios, el atrio del templo y hasta en las plazas donde se llevaba a cabo el comercio con otros pueblos. Este no solo era el recordatorio de cómo Dios había sostenido, provisto de comida, agua y vestido al pueblo durante los 40 años, sino también de la inacabable paciencia de Dios. Realmente era un lindo recordatorio que ayudaba a todos y era de testimonio para los otros pueblos que hacían negocios con la gente de Israel, porque ellos verían semejante cosa (la ciudad llena de tiendas de campaña) y se convertía en una hermosa oportunidad de no solo contarse la historia de este pueblo y su bueno y grande Dios así mismos, sino también a otros… Era, a su vez, un recordatorio de que este mismo Dios que había actuado en el pasado, y sería fiel en cumplir sus promesas en el futuro.

Respondiendo a la Palabra

El día después de levantar las enramadas, (cap. 9) la gente se reunió de nuevo, con signos muy visibles de su arrepentimiento, pues leemos que se vistieron de luto, obedecieron la ley y confesaron sus pecados y la maldad de sus antecesores. Leyeron la Palabra por 3 horas y las siguientes 3 horas respondieron. Lo que sucede en este culto de 6 horas es muy diferente a lo que pasa hoy en la mayoría de nuestras iglesias. Esto nos anima a ver que la relación con Dios es de 2 vías: él habla y nosotros respondemos. Fácilmente somos tentados a tener monólogos con Dios y no tomar el tiempo de leer su Palabra, o en contraparte, a solo leer y llenarnos la cabeza de información, sin reflexionar la Palabra, sin confesar, sin responder a Dios en oración, sin adorarle. Ambas cosas son peligrosas.

La oración que tenemos en este capítulo es una de las oraciones más detalladas que encontramos en la Escritura, y es tanto una confesión de pecados y una reflexión del actuar de Dios en la historia que nos abre a una visión de Dios más grande. Aquí vemos lo que dice un autor: “La oración es a la vida cristiana lo que es la investigación para la ciencia, por medio de ella entramos en contacto directo con la realidad.” Lo fundamental en nuestras vidas no es hablar sobre Dios de manera correcta, sino hablar con Dios de manera honesta.

Las historias y la gran historia de Dios

Los levitas que dirigen esta oración son personas que conocen bien las Escrituras y responden a Dios teniendo en cuenta sus palabras y sus actos. La oración está impregnada de la herencia bíblica y de la historia del pueblo de Dios. Es importante notar que estos levitas muy seguramente crecieron fuera de Jerusalén y sus familias fueron llevadas al exilio, y aun así su imaginación está cautiva por la gran historia de Dios. Ellos, pudieron creer otras historias del imperio y del poder, sin embargo, sus mentes y corazones están llenos de lo que Dios ha hecho y del reconocimiento que el problema no es Dios, sino el pueblo, el ser humano. Para haber dirigido al pueblo con esta oración, significa que ellos mismos la estaban viviendo y la tenían clara en sus vidas. Ellos conocían a este Dios y sabían bien su tendencia a la desobediencia. También tenían claro que Dios los había llevado al exilio porque él es fiel y se los prometió por medio del profeta Jeremías.

Estos levitas son hombres (y también hoy podrían ser mujeres) que conocen bien la Gran Historia, se ubican en ella, confiesan sus pecados, adoran a Dios y ven hacia adelante en la misma Gran Historia. Urgen estudiantes así, que conocen el Gran Panorama de Dios, su Gran Historia y que su vida está definida por los valores del Reino de Dios y no por los estándares de la moda, el poder, el dinero o la fama. Hay muchas historias que se cuenta nuestra gente para explicar el sentido de la vida. Creemos que somos alguien al estudiar, o que el que no tranza no avanza, o que para hacer las cosas se necesita dinero o que son los poderosos los que definen el porvenir de este país, o que no hay poder que detenga la opresión y la injusticia. Necesitamos que nuestra imaginación, nuestro corazón y nuestra mente sean cautivadas por Dios, por sus formas, su historia, por cómo él nos hizo a los seres humanos y por sus propósitos, que nos darán la creatividad y la astucia para vivir de verdad.

Pero esto no sucede por casualidad, la Palabra ha de ser vida, alimento y sustento para nosotros, y el lugar de encuentro con Dios. Hemos de pasar tiempo con Dios en su Palabra y orarla.

La oración tiene varios elementos que vale la pena que nos detengamos a observar:

  • Dios es un Dios eterno, no tiene principio ni fin, no es una creación humana, lo cual contraste con las cosmovisiones de los pueblos vecinos 
  • Dios es único Señor. Algo bastante impopular en aquél entonces, donde hasta el emperador era considerado Dios. Y bastante impopular ahora, en nuestro mundo pluralista y supuestamente tolerante con todo.
  • Dios es creador de TODO y quien sostiene la vida que él creó. 
  • Dios no solo crea, también eligió y formó a un pueblo. 
  • De hecho, se nos presenta un resumen de la historia del AT: creación, elección de Abraham, éxodo, ley, 40 años en el desierto, jueces, profetas, exilio. 
  • Dios hace pactos en los cuales su nombre queda en juego, y es fiel. 
  • Dios salva y redime; es más poderoso que todos los reyes de la tierra. 
  • Dios nos enseña cómo vivir, es justo y aunque no entendamos todas las leyes que él da, porque no es el mismo mundo de hoy; él da leyes que protegen a los débiles y que cuidan de toda la vida. 
  • El ser humano no es esclavo de Dios, Dios le invita a disfrutar, a recrearse y a descansar, por medio del Sabbath. 
  • Dios sostiene a su pueblo, le provee de sus necesidades básicas. 
  • Dios es misericordioso, aunque el ser humano es desobediente. 
  • Dios es en esencia perdonador, clemente y compasivo; lento para la ira y grande en amor. ¡Qué buenas noticias!
  • Envió su Espiritu y profetas, así como jueces cuando hubo opresión. 
  • Es en base al carácter de Dios que los levitas piden ayuda y reconocen su sufrimiento.

Como aquí vemos, esta oración nos ayuda a tener una visión más grande sobre quien es Dios.


El Dios revelado en la historia

Una de las hermosas herencias y verdades de nuestra fe es que es una fe histórica, es decir, lo que nosotros creemos se expresa en hechos que sucedieron dentro de la historia humana, tanto por los hechos del Antiguio Testamento, como por Jesús mismo quien es la encarnación de Dios. Algunos podrían argumentar que muchas cosas no pasaron, sin embargo, hay más evidencias desde las diferentes disciplinas como la historia y la arqueología para sostenerlo que para negarlo.

Los israelitas tienen una fascinación con la historia porque Dios se revela en ella, y les muestra mucho de su propio carácter, actúa en el presente y da esperanza hacia el futuro…. No sé si lo perciben, pero estos levitas en su oración no separan lo que Dios ha hecho de quien es Dios, de su experiencia presente. Y creo que muchos de nuestros problemas surgen al no ver cómo Dios se relaciona con nuestras vidas cotidianas, con las cosas de este mundo, con nuestros problemas diarios o con la rutina. Tampoco entendemos cómo Dios tiene algo que decir a lo que estamos estudiando en la universidad, o en la política o en la economía, porque nuestra perspectiva sobre Dios muchas veces está muy limitada y puede que también sea muy excluyente. Cuando leemos las Escrituras, observamos a un Dios tan interesado en temas como el dormir, la comida, las fiestas, la cotidianidad, las conversaciones, así como temas “más grandes” como el sistema económico, las leyes para la igualdad, la ecología y la guerra. Requerimos profundizar en nuestro estudio de la Palabra y en nuestra vida de oración, que significa también luchar para comprender a Dios actuando…


Para ir cerrando, vemos que esta experiencia del pueblo de escuchar la Palabra y orar a Dios en respuesta les llevó a una renovación de su pacto con Dios, a comprometerse con el Señor. Ellos no hicieron un compromiso pensando que pudieran cumplirlo, sino al contrario, debido la condición humana y su incapacidad de cumplir hicieron un pacto. Solo Dios es fiel siempre. El pueblo que hizo este compromiso falló, pero el compromiso expresó su deseo de obedecer y amar a Dios y su confianza. Nosotros mismos somos invitados a hacer compromisos con Dios en fe, de que él nos sostiene y en dependencia de que Dios nos tienen por dignos a pesar de nuestros errores; él se mantendrá fiel siempre. Nosotros tenemos el panorama aún más completo. Dios se encarnó en Jesús, la máxima revelación de Dios en la historia humana y sabemos el final de la historia. 

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