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Maternidad Vulnerable


Desde hace algunas semanas quería sentarme a escribir sobre la maternidad. Pero en medio de las demandas de la maternidad misma y del trabajo, ha sido difícil. Aun así, las ideas y sentires van madurando e intensificándose. Hay muchas emociones a flor de piel aún después de casi 5 meses de nuestra bebé entre nosotros. Han sido los 5 meses en que he experimentado la realidad de tener menos control de nada y a su vez he disfrutado como nunca de descubrir, servir, darme y amar a otra persona.

Las paradojas de la vida se viven intensamente en la maternidad. El agotamiento y el amor profundo. El dolor y la sorpresa. La risa y el llanto. La culpa y la gracia. La fortaleza y la necesidad constante de ayuda. La soledad y la presencia constante. La vulnerabilidad se experimenta a diario y la decisión de asumirla para criar con amor y respeto son asaltados por la ilusión del control y el poder. Ser mamá es una de las mejores experiencias en la vida y también de las más difíciles. Estoy segura que este no será el único post sobre esto. 

Desde que llegó Luciana habito un cuerpo diferente y vivo una realidad muy distinta. Mi cuerpo está sujeto a demanda por una personita a todas horas. El corazón y el cuerpo se me han reconfigurado. Y la demanda física es una realidad de lo interno. También creo que es un reflejo hermoso del amor y la entrega para la cual hemos sido creados. La imagen de Dios en nosotros sigue presente aun cuando luchamos con la maldad y el egoísmo. Un hijx es una hermosa oportunidad de ser discipulados por Dios, para parecernos más en su amor.

Las sombras de la maternidad también son inevitables. En este nuevo mundo hay nuevas culpas y expectativas no dichas. De pronto reacciono de maneras no esperadas o siento cosas que no sabía en mí. Hay competencias tristes y comentarios no esperadas a cada vuelta de la esquina. Pero lo bueno es que también hay nuevas tribus de las cuales aprender y muchas cosas de las cuales despojarme. Es un proceso de paciencia. De paciencia y confianza en mí misma. De reconocer que hago lo mejor que puedo, que Dios tiene cuidado de nosotros, que no estoy sola. De saberme acompañada de Abdiel, con quien comparto toda esta experiencia (a excepción de la lactancia, je) y de soltar…y de soñar nuevas formas de vida compartida, de libertad de culpas, de dejar a un lado moldes culturales y expectativas de crianza….

Y bueno, también aprendo montones de la gracia de Dios, que toma muchas formas. La necesito. Entiendo un poco más lo que es amar y darse. Leo la Biblia diferente. No puedo leer los primeros capítulos de Lucas con los mismos ojos. Mujeres embarazadas y bebitos son los protagonistas en el inicio de la historia de las buenas noticias de Dios para la humanidad. Estos pasajes deben ser leídos y re-interpretados por aquellos que han experimentado la dulzura y la demanda de la maternidad y paternidad. La vida no es la misma. La vulnerabilidad de Dios en su máxima expresión al hacerse Padre y al hacerse Hijo, al encarnarse en un bebito. ¡Qué privilegio y qué misterio tener un Dios que se revela en lo cotidiano!

Con cuánta razón María y Elizabeth se alegran juntas y hacen teología durante el embarazo. Por eso María canta y Zacarías proclama maravillas. No es de extrañarse que a Simeón y Ana, gente común, Dios les revela su misterio y que son pastores los primeros en enterarse del nacimiento del Salvador. Así es Dios, ese que se hizo bebé y que nació de una jovencita, la cual experimentó ser madre del Hijo de Dios…Pura gracia. Parece que eso de la maternidad no es solo una construcción cultural, sino un caminar con los hijxs, siguiendo el ejemplo de amor, cuidado y vulnerabilidad que Dios mismo manifiesta.

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