En cuanto terminé de leer el libro sentí la urgencia de escribir. Señal inequívoca de un buen libro que invita a la reflexión y el diálogo. The Making of Biblical Womanhood (La Construcción de la Feminidad Bíblica) de Beth Allison Barr es un libro escrito por una mujer cristiana e historiadora norteamericana. Escribe desde su propia realidad y en respuesta a los esfuerzos por confinar las mujeres cristianas al ámbito doméstico en los Estados Unidos. Entra directamente al debate entre las posiciones de complementariedad o igualdad en las relaciones de hombre-mujer en la iglesia y la familia. La diferencia entre estas posiciones se produce a diversos grados, pero de manera simple tiene que ver con la jerarquía en la familia y la iglesia. El modelo complementario, sostiene que los hombres y las mujeres se complementan, el varón es el jefe del hogar y la mujer no puede tener autoridad sobre el hombre, ni enseñar la Biblia a varones. El modelo de igualdad (egalitarian) sostiene que hombre y mujer tienen la misma autoridad para enseñar y que las mujeres, por medio del evangelio han sido liberadas de la opresión histórica que pesa sobre ellas. De manera más profunda, el debate, como señala Allison Barr, es una lucha en la interpretación de las Escrituras y de la historia. Por eso, vale la pena que los cristianos conozcamos de historia y entremos al dialogo sobre los temas difíciles.
En esta entrada no pretendo hacer un resumen del libro, ni detallar varias de sus múltiples enseñanzas, sino una reflexión sobre la importancia de conocer la historia y de vivir conscientes de nuestro momento en la historia. Una de las tesis del libro es la crítica de Allison Barr de sostener que la subordinación de la mujer es central al Evangelio.[1] La autora demuestra, por un lado, la construcción histórica del modelo complementario y como se mantiene al ser una de las banderas del conservadurismo cristiano, pilar de la defensa de la familia y defensor de la “correcta” interpretación bíblica. El modelo, en su forma más radical, sostiene que el Evangelio (las Buenas Noticias de Jesús) tienen como elemento fundamental la subordinación de la mujer y como lo demuestra la autora, pierde de vista las maneras en que históricamente el Evangelio ha sido Buenas Noticias para las mujeres. Ni la autora, ni yo, escribimos como cristianas liberales, nos ubicamos como mujeres cristianas que aman a Dios y buscamos vivir bajo el Señorío de Cristo. Allison Barr describe varios ejemplos del modelo complementario como una herramienta de opresión para las mujeres, en particular en las últimas décadas. Ella señala también, desde la incepción del cristianismo, la manera en Jesús reivindica a las mujeres, cómo en la iglesia primitiva se ubican en espacios de liderazgo, las maneras en que el cristianismo ha mejorado la calidad de vida de las mujeres y las formas de ejercer el liderazgo, inclusive, durante la Edad Media. Yo, como historiadora cristiana, aficionada por los temas de las mujeres en la iglesia, no puedo estar más de acuerdo y agregar evidencia de las formas en que el Evangelio ha sido el detonante de vida, trayectoria y liderazgo de mujeres en la historia.
En América
Latina el debate de los modelos (complementario e igualitario) es un debate
importado, desde mi perspectiva. Recibimos la herencia protestante y con ella, la
identidad preferencial de la mujer como esposa y madre, lo cual no es malo,
pero sí excluyente de quienes no tienen esa dicha. Queda poco espacio, para la bendición
de la soltería, que el mismo Pablo reivindica.[2]
En la historia de los evangélicos en América Latina, como en la historia de las
misiones mundiales del siglo XIX y XX, fueron las mujeres las que respondieron
al llamado de ir a tierras lejanas a evangelizar y quienes recibieron el
evangelio e impulsaron el crecimiento de un sin número de iglesias en nuestras
tierras latinas. Por otro lado, en América Latina pesa el machismo y la
violencia contra las mujeres y ambos son una afrenta a la imagen misma de
Dios en las mujeres. El florecimiento de
las personas, la paz y la justicia del Reino de Dios apuntan a una realidad
diferente a la del mundo, donde la opresión y la violencia imperan. Si le
escarbamos un poco, descubrimos que el evangelio es -y ha sido- clave para
dignificar a las mujeres en nuestras tierras, así como lo hizo Jesús en su
tiempo. Por eso sugiero que los cristianos leamos de historia, lo cual también
es un acto de humildad y escucha atenta al contexto y al mover de Dios.
[1] Beth Allison Barr, The Making of
Biblical Womanhood (Grand Rapids, Michigan: Brazos Press, 2021), 173.
[2] 1ra
de Corintios 7.
Comentarios
Publicar un comentario