Reflexiones a partir de la novela Más allá mi Reino de Yaa Gyasi
A inicios
de este 2022 terminé de leer Más allá de mi Reino de Yaa Gyasi. Es una obra
espectacular de una magnífica escritora, originaria de Ghana.
Ciencia, fe, experiencia religiosa, estudios doctorales, dolor, relaciones, migración y vocación se entrelazan artísticamente en este libro. El dialogo honesto y respetuoso que logra la autora entre los diferentes temas es sorprendente. Yaa Gyasi nos lleva en una historia muy personal, la de Gifty, una mujer neurocientífica, cuya familia migró de Ghana a una ciudad pequeña de Alabama, la cual era particularmente conservadora y racista. Gifty crece en un ambiente religioso, por su madre pentecostal y la iglesia conservadora a la que asisten en Alabama. Ella posee una fe auténtica, aún en medio de las inconsistencias que observa en la comunidad de fe. Su fe en Dios termina con la muerte de Nana, su hermano. Nana muere por una sobredosis y, posteriormente, su madre sufre de una depresión que la deja postrada. A partir de esta realidad, Gifty busca en la ciencia una explicación para la adicción de su hermano. Se convierte en una neurocientífica brillante y en la novela le vemos en su laboratorio, experimentando con ratones, en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos.
El libro
tiene el potencial de enfrentarnos con nuestra propia historia y preguntarnos
sobre la razón de nuestras búsquedas académicas, vocacionales y espirituales.
El diálogo interno de Gifty es crudo y vulnerable. El detalle y respeto de la
autora para hablar de temas tan controversiales como ciencia y fe, con delicada
pluma muestran el arte de la novela. La
resiliencia de la protagonista deja entrever las tensiones de su propia
espiritualidad y abre una ventana para comprender mejor la experiencia una migrante
en los Estados Unidos y la lucha de muchas familias con miembros que sufren de
adicción a las drogas. Gifty, a pesar de refugiarse en la ciencia para entender
a su hermano y a su madre, regresa constantemente a sus experiencias religiosas
de la infancia y a su relación con Dios. Ni la fe de su niñez y adolescencia, ni la
ciencia son suficientes para dar sentido a Gifty, pero logra una conciliarles en
su propio caminar.
La novela nos
abre las complejidades de la naturaleza humana, nos deja con destellos del florecimiento
humano y una extraña esperanza que se asoma en medio del dolor, las pérdidas y
la muerte.
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