El curso de estas últimas semanas ha sido acerca de la FE. Me encanta mi Maestro, porque es paciente y su pedagogía involucra a toda la persona y el contexto en el que me encuentro.
Por las mañana, ya sea en Hechos o en los Salmos de Ascenso, él se encarga de invitarme a creer y confiar. Me muestra cuan digno es de confianza y me dice cosas muy prácticas en las que puedo ejercitarme. No promete que las cosas sean sencillas, pero siempre está presente; de pronto me deja trabajar sola, pero sé que tiene sus ojos fijos en mi y eso me da mucha seguridad.
Al estar trabajando, me recuerda a no quitar mis ojos de él, a enfocarme, porque en el momento en que lo hago, pierdo perspectiva y me guío por lo que veo. He entendido que la fe no está peleada con la razón, sino con la vista, je. Los desafíos que enfrento a nivel personal, familiar o ministerial son grandes y muchas veces dudo de mi misma, por eso me está enseñando a no quitar mis ojos de él. Su forma de trabajar es diferente, no hace las cosas impulsivamente, ni está tratando de ganar el favor de los demás; yo lo veo en su Palabra, él dice y hace lo que vio decir y hacer a su Padre y su ejemplo me enseña. Quiero que aprende de él y que también yo sirva y guie a otros con integridad.
No le preocupa lo que puedo grabar en mi mente o que tan buena soy manejando teorias e información, él quiere que viva las cosas que voy escuchando. Me invita a OBEDECER, porque me dice que eso es parte fundamental de vivir la FE. La FE no es creer que las cosas saldrán bien de acuerdo a mis parámetros, es confiar que Dios es quien dice ser y que ha hecho lo que dice su Palabra y que su voluntad se cumplirá. Y en el caso específico de mi vida, CONFIAR que estoy en sus manos, saber que lo que sucede obra para bien, es decir, de acuerdo a su propósito eterno y que por lo tanto puedo DESCANSAR en él. Las circunstancias son el escenario en que vivo confiando en Dios, no lo que determina mi confianza en él.
Estoy muy agradecida, porque lo veo hablándome claro y preciso, y porque él quiere hacerlo, quiere enseñarme y quiere enseñar a otros. Tiene el tacto de un Padre bueno y toda la autoridad como Señor, es maravilloso caminar con él y aprender cómo es. Aprehender sus enseñanzas no te permiten ser igual, vivirlo es una experiencia transformadora y profundamente significativa.
Es un buen Maestro, el mejor.
Y tú:
¿Qué estás aprendiendo de Dios ahora?
¿Qué cosas crees que sabes pero no estás viviendo? ¿Cómo puede cambiar eso?
Por las mañana, ya sea en Hechos o en los Salmos de Ascenso, él se encarga de invitarme a creer y confiar. Me muestra cuan digno es de confianza y me dice cosas muy prácticas en las que puedo ejercitarme. No promete que las cosas sean sencillas, pero siempre está presente; de pronto me deja trabajar sola, pero sé que tiene sus ojos fijos en mi y eso me da mucha seguridad.
Al estar trabajando, me recuerda a no quitar mis ojos de él, a enfocarme, porque en el momento en que lo hago, pierdo perspectiva y me guío por lo que veo. He entendido que la fe no está peleada con la razón, sino con la vista, je. Los desafíos que enfrento a nivel personal, familiar o ministerial son grandes y muchas veces dudo de mi misma, por eso me está enseñando a no quitar mis ojos de él. Su forma de trabajar es diferente, no hace las cosas impulsivamente, ni está tratando de ganar el favor de los demás; yo lo veo en su Palabra, él dice y hace lo que vio decir y hacer a su Padre y su ejemplo me enseña. Quiero que aprende de él y que también yo sirva y guie a otros con integridad.
No le preocupa lo que puedo grabar en mi mente o que tan buena soy manejando teorias e información, él quiere que viva las cosas que voy escuchando. Me invita a OBEDECER, porque me dice que eso es parte fundamental de vivir la FE. La FE no es creer que las cosas saldrán bien de acuerdo a mis parámetros, es confiar que Dios es quien dice ser y que ha hecho lo que dice su Palabra y que su voluntad se cumplirá. Y en el caso específico de mi vida, CONFIAR que estoy en sus manos, saber que lo que sucede obra para bien, es decir, de acuerdo a su propósito eterno y que por lo tanto puedo DESCANSAR en él. Las circunstancias son el escenario en que vivo confiando en Dios, no lo que determina mi confianza en él.
Estoy muy agradecida, porque lo veo hablándome claro y preciso, y porque él quiere hacerlo, quiere enseñarme y quiere enseñar a otros. Tiene el tacto de un Padre bueno y toda la autoridad como Señor, es maravilloso caminar con él y aprender cómo es. Aprehender sus enseñanzas no te permiten ser igual, vivirlo es una experiencia transformadora y profundamente significativa.
Es un buen Maestro, el mejor.
Y tú:
¿Qué estás aprendiendo de Dios ahora?
¿Qué cosas crees que sabes pero no estás viviendo? ¿Cómo puede cambiar eso?
Ale, gracias a Dios que estás discerniendo la diferencia entre recibir información y recibir transformación. Sin duda Dios te está transformando y tu te estás dejando. ¡Gloria a Él!
ResponderEliminarUna de las cosas en las que estaba pensando estos días es en el hecho de que somos muy rapidamente olvidadizos y sin embargo Dios no se cansa en repetir... Una consolación grande para mi vida y un estímulo grande para mi ministerio...
De cuantas maneras maravillosas nuestro Dios pacientemente va trabajando en nuestras vidas. Aquí, sentada frente al computador estudiando, Dios una vez mas utiliza el "contexto" de mi espacio para en medio del bullicio y la rapidez con que me lleva nuestro tiempo, tocar lo mas profundo de mi corazón y hacerme reflexionar. Abogo porque hagamos un poco de silencio, de ese que nos deja experimentar y escuchar con mas claridad eso que Dios susurra a nuestros oídos, aun cuando deba utilizar a alguien en otro continente que reflexiona sobre su vida.
ResponderEliminarTremendo Alex!!