Entre mis
pensamientos sueltos al estar en Vancouver pienso en tanta inequidad. Nosotros
acá disfrutando de un sabático, como migrantes en primer mundo, viendo tanta
opulencia e intentando vivir de manera simple y sencilla, porque realmente no
tenemos otra opción. No es una queja. Es un regalo de Dios saber que tenemos
suficiente, que nuestra bolsa familiar no depende del mercado y que no tenemos
inversiones ni soñamos con propiedades. No vivimos con miedo por la devaluación
del peso, ni tampoco si Wall Street se cae…
A nuestro país se le
juzga por no alcanzar mejores niveles de vida teniendo lo suficiente en
recursos naturales y con tantas personas trabajadoras, pero la verdad es que
existen mucho corruptos y vándalos de cuello blanco… También, cabe pensar, que
el progreso añorado de Occidente fracasa en América Latina porque algunos son
los beneficiados y otros los explotados y a nosotros nos toca la peor parte. Nuestros
recursos naturales van al Norte, mientras que nuestras tiendas se llenan de
productos extranjeros. Pero eso no lo dicen mucho por acá, porque los
canadienses son “buena onda” y ellos no andan de bullys como sus primos los gringos, pero también firman Tratados y
se benefician de los Acuerdos, pero eso no se dice mucho por acá.
Por estos rumbos,
América es el país al sur y América Latina no es parte de la geopolítica estratégica.
Siempre es conveniente ver qué mercado deja más y América Latina y África
producen puros migrantes para mano de obra barata. Ah, pero las puertas del
norte siempre están abiertas para la fuga de cerebros, esos nunca los rechazan
y de vez en cuando protegen a uno que otro político corrupto que escapa de la
ley, que huye para no dar la cara a los suyos.
No siempre pienso
estas cosas, pero de pronto, me asaltan pensamientos de mujer tercermundista,
que no le gusta lo que ve y que sabe que a Dios tampoco. Por eso las escribo y
por eso las pienso, aunque aún no me atrevo a pensar demasiado en esto… Quienes
se aventuran a pensarlo, sabrán que es incómodo y es mejor evitarlo. Pero también
pienso, que al hacer teología y al ir a la Biblia, debo pensar esto a fondo,
sino lo que diga estará muy vacío, porque mi realidad es otra. Muy diferente a
los biblistas y teólogos de Occidente que interpretan desde la comodidad de un
escritorio cobijado del mundo… No quiero ser de esos.
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