El año terminó. Nosotros seguimos aquí, con más preguntas, nuevos sueños, los mismos enigmas, los peregrinos que nos acompañan, con nuevxs amigxs, con otrxs que extrañamos y con muchas cosas que fuimos dejando. No fue un año fácil. Fue el año que más cedí a las distracciones pero también en el que he visto con más claridad el cuidado de Dios en nuestras vidas. Ha sido un año lleno de sorpresas, nuevos comienzos y de una esperanza que se renueva poco a poco. Pasé de estar frustrada y cansada, al descanso, las nuevas preguntas, desempolvar los sueños, a las sorpresas, el dolor, las conversaciones profundas, las interminables distracciones, para de nuevo detenerme y reconocer que la vida misma, si soy consciente, sirve de guía para conocer a Dios.
Me di cuenta que Dios no está obsesionado con la puntualidad de mis lecturas diarias, ni con mi asistencia a la congregación y mucho menos se asombra de mi conocimiento teológico. Los momentos de mayor encuentro y profundidad se dieron en lo cotidiano, cuando me frustré por estar distraida y lloré ante mi falta de integridad. O cuando leí las noticias y escuché las canciones que me recuerdan de cómo Dios llora por todas mujeres violentadas y la niñez robada de inocencia por dinero, guerras o la lujuria de los poderosos. En mi fragilidad encontré a Dios y de nuevo, soy invitada a encontrar a Dios en mi propia vulnerabilidad y a resistir la equivalencia de Dios con un poder impersonal, despojándole del sacrificio y el amor que define al Dios que seguimos.
En un mundo que festeja a los poderosos, que busca los privilegio, la abundancia y la comodidad, ver a Dios en los indefensos, dejarme enseñar por los débiles y ser guíada por los humildes es un gran desafío. Pero quiero seguir al Dios de las Escrituras, al Jesús revelado en la Biblia, que sigue caminando con los desposeidos, migrantes y refugiados y oro porque mi familia y yo nos identifiquemos con ellxs. Para así poder cantar de alegría cuando la gran Babilinia, en representación de los imperios, sea derrotada. Oro que nos emocione compartir la mesa con quienes no tienen algo que darnos a cambio y que nuestras vidas reflejen cada día más el amor y sencillez del Maestro.
Espero, también, escribir más de manera que lo aprendido se traduzca en pensar mi contexto. Que mis oraciones y pensamientos sobre la trata en México, sobre la política, la familia, las relaciones hombre-mujer, la multiculturidad y sus convergencias con la fe vean la luz en este blog y otros espacios. Necesito que otros sepan y me acompañen, porque no puedo caminar sola, la fe se vive en comunidad, se conversa y se prueba. ¡Gracias por quienes nos acompañaron este año!
Me di cuenta que Dios no está obsesionado con la puntualidad de mis lecturas diarias, ni con mi asistencia a la congregación y mucho menos se asombra de mi conocimiento teológico. Los momentos de mayor encuentro y profundidad se dieron en lo cotidiano, cuando me frustré por estar distraida y lloré ante mi falta de integridad. O cuando leí las noticias y escuché las canciones que me recuerdan de cómo Dios llora por todas mujeres violentadas y la niñez robada de inocencia por dinero, guerras o la lujuria de los poderosos. En mi fragilidad encontré a Dios y de nuevo, soy invitada a encontrar a Dios en mi propia vulnerabilidad y a resistir la equivalencia de Dios con un poder impersonal, despojándole del sacrificio y el amor que define al Dios que seguimos.
En un mundo que festeja a los poderosos, que busca los privilegio, la abundancia y la comodidad, ver a Dios en los indefensos, dejarme enseñar por los débiles y ser guíada por los humildes es un gran desafío. Pero quiero seguir al Dios de las Escrituras, al Jesús revelado en la Biblia, que sigue caminando con los desposeidos, migrantes y refugiados y oro porque mi familia y yo nos identifiquemos con ellxs. Para así poder cantar de alegría cuando la gran Babilinia, en representación de los imperios, sea derrotada. Oro que nos emocione compartir la mesa con quienes no tienen algo que darnos a cambio y que nuestras vidas reflejen cada día más el amor y sencillez del Maestro.
Espero, también, escribir más de manera que lo aprendido se traduzca en pensar mi contexto. Que mis oraciones y pensamientos sobre la trata en México, sobre la política, la familia, las relaciones hombre-mujer, la multiculturidad y sus convergencias con la fe vean la luz en este blog y otros espacios. Necesito que otros sepan y me acompañen, porque no puedo caminar sola, la fe se vive en comunidad, se conversa y se prueba. ¡Gracias por quienes nos acompañaron este año!
Texto que me acompaña en este nuevo año 2017 |
"Pero quiero seguir al Dios de las Escrituras, al Jesús revelado en la Biblia, que sigue caminando con los desposeidos, migrantes y refugiados y oro porque mi familia y yo nos identifiquemos con ellxs." Y que el Señor nos ayude para que así siga siendo esposa! :)
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