Hoy, a tus escasas 7
semanas tuvimos nuestra primera cita tú y yo solas, en un café local, como le
gusta a mamá. Tú la pasaste dormida en mi pecho, dentro del fular morado que
tanto te gusta. Mientras comía el scone
y tomaba café pensaba en todo lo que ha pasado este año en Vancouver y en tí y
tu llegada. Estamos a solo 2 semanas de mudarnos de regreso a Tijuana y hay
tanto que agradecer, hija. Me conmueve pensar lo bueno que ha sido Dios con
nuestra familia estos últimos 13 meses. Hemos visto su mano de cuidado, amor y
provisión de formas inimaginadas. Tú eres fruto de esto y te llevamos como el
mejor recuerdo de nuestro sabático.
Estamos por regresar a nuestra amada Tijuana, la caótica,
dolida y colorida ciudad que vio crecer a tus papás. Esperamos que la aprendas
a querer como nosotros. Me emociona tanto que conozcas a toda la gente que te
ama y aún no conoces y estoy ansiosa porque los
nuestros te conozcan. Nuestra vida en Tijuana ya nunca más será igual,
contigo a nuestro lado, pero queremos hacer lo mejor posible para que te
sientas parte de lo que hacen papá y mamá. Viajarás, pequeña, y en cada viaje
queremos hacer algo contigo, darnos una escapada en medio del trabajo, y
ayudarte a apreciar otros mundos. Queremos aprender, junto contigo, a descubrir
nuevas posibilidades y mirar con ojos nuevos. Tijuana es diferente a Vancouver,
pero regresaremos a la ciudad que te vio nacer, ya verás, y regresaremos a ese
café que visité hoy contigo.
Eres tan pequeña, y aún seguimos conociéndote. Voy
aprendiendo tus gestos y llanto. En tu fragilidad, yo siento mi propia
vulnerabilidad. Tu llegada me ha hecho tanto bien y Dios con su sentido del
humor me enseña que nada de lo que aprendí este año en la maestría me “sirve”
para tu crianza. Sin embargo, en este año también aprehendí más sobre Su amor y
gracia y eso es algo que oro para que tú conozcas de cerca, por medio de nosotros
y la comunidad que te rodeará. Deseamos criarte con la ternura, paciencia y
gracia que hemos aprendido de Dios… y pedimos a Dios que nos ayude.
Tu papá y yo estamos
en el “tour del adiós”, como le llamamos con humor y tú nos estás acompañando a
visitar esos lugares y revivir algunos momentos del sabático. Es tan diferente andar
la vida contigo. Por las mañanas, desde hace unas 4 semanas, esperamos a que
duermas tu siesta y mientras tomamos café, leemos Jeremías y nos preparamos
para exponer en los campamentos de Monterrey y de Baja California. Ya no
tenemos horas para estudiar, leer y escribir, pero tratamos de exprimir al
máximo esa hora diaria para escuchar al Señor. La vida es tan distinta, y
seguirá cambiando. Nosotros seguiremos siendo estirados para amar mejor y
dependiendo más de Dios para las cosas sencillas. Tú, sin saberlo, nos vas
enseñando… y nosotros estamos ávidos para aprender y aprenderte. Ay hija, no
tenemos idea de lo que será la vida de regreso a México contigo, pero hay mucho
esperanza y expectativa en el corazón. Por el momento, oramos porque seas una
bebé viajera para que disfrutes andar con tus papás “pata de perro” los
siguientes meses y años.
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