Muchas cosas han hecho click en los últimos meses cuando pienso sobre el evangelismo, es decir, sobre lo que significa compartir las buenas noticias de que Jesús vino al mundo. En este campa, el tema fue ese: “Viviendo bajo la cruz, construyendo puentes hacia mi generación”. Me sentí muy animada por Dios al escuchar en las conferencias, compartir con mis compañeros de célula y en medio de las conversaciones informales acerca del evangelio y el llamado a compartirlo. Porque el desafío principal no es organizar grandes campañas o proyectos, sino conocer y vivir el mensaje, y entonces ser testigos fieles, siguiendo incluso el modelo de Jesús cuando se acerca y conversa con otros.
Durante mi taller también exploramos este tema, y me ayudó mucho un libro llamado “Learning Evangelism from Jesus” de Jerram Barrs, donde habla del llamado de los cristianos al mundo: “Así como el Padre me envió, yo los envío”, dijo Jesús. ¿Cuáles son las implicaciones de esto? En el taller nos echamos un clavado en los evangelios, observamos el llamado constante de Jesús a seguirlo, su enseñanza “egocéntrica”, el anuncio del Reino y los varios encuentros y conversaciones con gente de TODA clase. Fue fascinante ver a Jesús en acción y considerar lo que esto significa para nosotros hoy.
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Disfruto mucho enseñar sobre el evangelio, porque cada vez que lo hago, ya sea en iglesias, con estudiantes o en espacios dónde el mensaje está en duda, puedo ver Su poder. Y es que el Evangelio no son sólo palabras, sino es a Jesús mismo a quien presentamos, que tiene el poder para reconciliarnos con Dios, otorgándonos el perdón por nuestra declarada independencia a la voluntad del Creador.
En una iglesia, con cristianos de tiempo, el desafío es dejar que Jesús derribe las murallas que hemos vuelto a construir para acercarnos a otros. Implica dejarnos renovar por los relatos evangélicos sobre Jesús caminando entre los humanos y pidiéndole humildemente que podamos ser un reflejo de su amor. Con estudiantes universitarios es parecido y mucho se descubre en el “Jesús: amigo de recaudadores de impuestos y pecadores” y también en el cómo ser luz en sus contextos contaminados. La última vez oramos como Jesús: “…no te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.”. Y con otros que no son creyentes, las dudas surgen y Jesús destantea hasta los más aguerridos personajes. Casi todos le reconocen fascinante y digno de admirar. Algunos prefieren no seguir conociendo sobre él, porque resulta incómodo, otros le encuentran en Su plenitud, como Dios… Para ellos, Jesús se hace Buenas Nuevas.
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