Tengo poquito más de un mes que llegué a casa, he estado aquí, disfrutando de manera especial con mis papás, con los amigos y amigas, los que me conocen y con quienes no siempre puedo compartir la vida. Ha sido un tiempo de aprender, de recibir amor, de mostrar amor, de ser desafíada a la misión en lo cotidiano, de ver la necesidad de otros a la vuelta de la esquina y pensar en cómo responder.
Papá cumplió 70 años, ese hombre me enseña mucho con su vida de amor y entrega por aquellos que son lo más vulnerables y marginados en nuestra sociedad; él es compasivo. Mamá, a quien me parezco tanto. Ella me me ha formado por la relación dificil que llevamos hace tiempo y tambien por la que ahora disfrutamos, de cercanía y amistad. He aprendido de ella, veo cosas mías en ella y veo su amor por mi... La admiro también, por ser mujer que aprende a amar y ser amada.
Dios me concede el privilegio de nuevas oportunidades, nuevas ilusiones y nuevos sueños. No cabe duda que Dios es bueno. Y lo puedo decir aún en medio del dolor, de las pérdidas, de lo triste... porque él es bueno y nos concede a todos ver mucho de sus expresiones de bondad. Lo vemos en la familia, en su creación, en quienes nos aman, en los pequeños detalles, y sobre todo, en Jesús.
He apreciado más cosas, me acordé de años pasados. Dios me ha regalado nuevas oportunidades, inesperadas, pero con ese sello que lleva su continuidad y sus sorpresas.
Papá cumplió 70 años, ese hombre me enseña mucho con su vida de amor y entrega por aquellos que son lo más vulnerables y marginados en nuestra sociedad; él es compasivo. Mamá, a quien me parezco tanto. Ella me me ha formado por la relación dificil que llevamos hace tiempo y tambien por la que ahora disfrutamos, de cercanía y amistad. He aprendido de ella, veo cosas mías en ella y veo su amor por mi... La admiro también, por ser mujer que aprende a amar y ser amada.
Voy re-aprendiendo poco a poco cosas básicas, voy re-viviendo sueños.
Dios me concede el privilegio de nuevas oportunidades, nuevas ilusiones y nuevos sueños. No cabe duda que Dios es bueno. Y lo puedo decir aún en medio del dolor, de las pérdidas, de lo triste... porque él es bueno y nos concede a todos ver mucho de sus expresiones de bondad. Lo vemos en la familia, en su creación, en quienes nos aman, en los pequeños detalles, y sobre todo, en Jesús.
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