La sorpresa de este muy lindo y extraordinario fin de semana fue el recordatorio del amor de Dios, sus buenas noticias para mí, lo que llamamos Evangelio. No esperé escuchar tan claro el mensaje el domingo, porque no esperaba encontrar a Jesús en la reunión de una iglesia local. En mi experiencia, muchas veces veo a Jesús más claro en los lugares cotidianos y en medio de las conversaciones sobre la mesa que en los edificios de las iglesias. Pero me sorprendió y estoy agradecida.
El mensaje fue claro, breve, sencillo, sensible y con humor. Al final, se abrió para preguntas y respuestas y muchos fuimos tocados por las palabras que venían de la Biblia, en el libro de Isaías 49. La razón por la que el mensaje hizo tanto eco en mí fue seguramente porque estoy en una etapa en la que sé del amor de Dios, pero mis pensamientos y sentimientos me traicionan. Inclusive, mi experiencia me ha hecho dudar del amor que me transformó hace 11 años cuando lo comprendí por primera vez.
Es algo difícil de explicar, pero estoy segura que quienes han pasado por esto, lo entenderán bien. El amor de Dios es real y su perdón y misericordia son la razón por la que sueño, trabajo, gasto mi vida en lo que hago y espero lo inimaginable con expectativa. Sin embargo, lucho por recibir Su amor. Siento que no lo merezco y pienso en ocasiones que ya no tengo remedio. Por eso cada vez estoy más consciente que los sentimientos son parte de quien soy, pero tampoco definen mi valor e identidad. Son engañosos. Pero ignorarlos no es suficiente ni lo mejor, después regresan con más intensidad.
Cuando estoy luchando con esto que atenta contra mi valía personal y que no entiendo muy bien de donde proviene toda la desilusión, la frustración, la inseguridad o el desconsuelo Su gracia me encuentra de maneras muy especiales e inesperadas. Hay datos de gracia que Dios revela en susurros sobre las áreas que necesitan sanidad y conversión, y en otras me invita solamente a recibir aceptación y más amor.
Entonces, ¿cómo hacer frente a los momentos dificiles en la vida, esos que no tienen razón en lo externo, sino en lo profundo de nuestro ser? Les comparto algunas ideas muy prácticas:
El mensaje fue claro, breve, sencillo, sensible y con humor. Al final, se abrió para preguntas y respuestas y muchos fuimos tocados por las palabras que venían de la Biblia, en el libro de Isaías 49. La razón por la que el mensaje hizo tanto eco en mí fue seguramente porque estoy en una etapa en la que sé del amor de Dios, pero mis pensamientos y sentimientos me traicionan. Inclusive, mi experiencia me ha hecho dudar del amor que me transformó hace 11 años cuando lo comprendí por primera vez.
Es algo difícil de explicar, pero estoy segura que quienes han pasado por esto, lo entenderán bien. El amor de Dios es real y su perdón y misericordia son la razón por la que sueño, trabajo, gasto mi vida en lo que hago y espero lo inimaginable con expectativa. Sin embargo, lucho por recibir Su amor. Siento que no lo merezco y pienso en ocasiones que ya no tengo remedio. Por eso cada vez estoy más consciente que los sentimientos son parte de quien soy, pero tampoco definen mi valor e identidad. Son engañosos. Pero ignorarlos no es suficiente ni lo mejor, después regresan con más intensidad.
Cuando estoy luchando con esto que atenta contra mi valía personal y que no entiendo muy bien de donde proviene toda la desilusión, la frustración, la inseguridad o el desconsuelo Su gracia me encuentra de maneras muy especiales e inesperadas. Hay datos de gracia que Dios revela en susurros sobre las áreas que necesitan sanidad y conversión, y en otras me invita solamente a recibir aceptación y más amor.
Entonces, ¿cómo hacer frente a los momentos dificiles en la vida, esos que no tienen razón en lo externo, sino en lo profundo de nuestro ser? Les comparto algunas ideas muy prácticas:
"El Regreso del Hijo Pródigo" de Rembrandt |
- Transparencia con Dios en oración.
- Vivir en comunidad/ Conversaciones de gracia y honestidad con los otros. Decía Boenhoeffer: "El Cristo de mi hermano es más grande que el Cristo que hay en mi."
- Recordar el Evangelio. Cuando la duda es más intensa, recuerda la Cruz, ahí se disipan las dudas sobre el alance de Su amor.
- Tener mentores: personas mayores que caminen con nosotros y libros que puedan ser útil en estos procesos. Henri Nouwen ha sido guía y maestro de muchos.
- Abrir espacios para recibir el amor de Dios. Las disciplinas espirituales pueden ser un canal para esto.
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