"Esperando el bus" Foto tomada por Ada Rosas |
Las necesidades de la obra estudiantil aumentan, las demandas pastorales son mayores, mis carencias son más evidentes y de pronto esta misión parece inalcanzable. Aún ahora, mientras escribo en el avión me siento casi agotada, con pocas fuerzas para pensar, pero con una imperante necesidad de escribir algo que recordé en estas jornadas de reuniones, planes y sueños. Mi fragilidad, nuestra fragilidad; el tesoro del Evangelio en vasos de barro. Sin pretensiones de saber nos acercamos al Señor y echamos mano de lo que ya tenemos, confiando que él hará mucho con nuestros
Por eso sigo, no lo he hecho todo
bien, soy la más inexperta, me siento pequeña, pero estoy segura que Dios
sacará lo mejor de mis esfuerzos y aún de mis impulsos y atrevimientos. Estoy
conmovida, porque los que estamos en esta obra, hemos hecho sólo lo que podemos
y no es mucho. Sin embargo, Dios ha
tenido a bien llamarnos a colaborar, desde diferentes trincheras, y ha
fructificado la pequeña semilla sembrada.No somos muchos los que estamos
invirtiendo lo que tenemos en esto, los que creemos en el Reino de Dios y su
misión en este mundo, pero no nos desanimamos. Dios mismo quien nos llamó, no
nos deja, nos recuerda en los momentos más desolados que es él quien nos
esfuerza. Es también él quien nos devuelve la esperanza para confiar
nuevamente, para abrirnos a amar y a ser vulnerables ante otros.
Fragility Photograph by Amy Weiss |
Las reuniones de trabajo de los
últimos días y al recordar a los estudiantes que han tocado mi vida en estos
años de servir en Compa ayudaron a disipar el orgullo y la vanagloria que en
ocasiones anidan en mi corazón. ¿Qué podría hacer yo para cambiar vidas y dar
sentido? ¿Acaso alguno de los que servimos en esta obra podemos llevarnos el
crédito de varias décadas, de miles de manos dispuestas al trabajo y de muchas
vidas invertidas y gastadas para Su Reino? ¿De cuál don, recurso, habilidad u
oportunidad puedo gloriarme? Si todo el bien que tengo procede de Dios…
Me quebranté en este viaje al hacer el
recuento de mi historia, tan entretejida con la misión estudiantil. Recordé que
la amistad y el amor están en el centro del trabajo; la comunicación es clave y
el perdón es necesario. La intencionalidad responde al amor, la esperanza
persiste y cuando el ánimo decae siempre hay alguien que sostiene y anima. La
disciplina y constancia son importantes para administrar y permanecer en la
vocación del Señor. Dios usó esa noche entre lágrimas con
mis colegas para alentarnos a ver su gloria en nuestra fragilidad, la reunión
con los hermanos mayores me invitó a la humildad y la caminata con una
estudiante me animó a callar y acompañar en el dolor. Las luchas de un
compañero de misión me invitaron a escuchar, otros momentos confirmaron mi
valor y aporte, y la conversación con aquel que me ha acompañado desde
adolescente afirmaron Su llamado firme a seguirle por caminos poco transitados.
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