Cuando no estás dejo
las luces prendidas
No es por miedo;
ellas me alumbran los detalles que hablan de tí
Los ganchos en el
baño, tus pijamas en el extremo de la cama,
tus llaves cerca de la puerta, la
taza de café
y el escritorio desde el cual dibujas con hermosas palabras la fe,
nuestro amor y donde hay espacio también para el lamento y el dolor.
Al principio temí
amarte,
la realidad de ceder mis sueños a nuestra voluntad compartida fue
soltar el control.
Me aterraba darme a tí y perderte o perderme.
Hoy los miedos
ya no están.
El único dolor que ocasionalmente asalta
es la sombra de una vida
cortada.
Lo demás se ve distinto.
Amarte con el riesgo de perderte vale la pena,
hay vida al “soltar”.
En la entrega de lo
que somos nos reavivamos.
Estamos hechos para
ser vaciados por amor a otros
y llenados por lo divino.
Ya recibimos más de
lo esperado,
no sabemos qué pasará,
pero el corazón crece con nuevos sueños,
a
tu lado, a Su lado.
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