Ruth es la
historia de cualquiera de nuestras mujeres migrantes, en época de caudillos, de
personas que solo se preocupan por el poder, por servirse a sí mismos… En
tiempos así, el campo sufre, hay escasez y las familias migran.
Una
familia judía migró a Moab, a una tierra a la que no irían por simple deseo.
Allí creció la familia, se casaron los hijos con mujeres extranjeras, Ruth y
Orfa,, pero después los hombres murieron. Las mujeres quedaron desprotegidas,
Noemi escuchó que las cosas iban mejor en su tierra y emprendió el regreso, un
difícil retorno. Ruth, la moabita se aferró a su suegra y regresó con ella. La
historia habla mucho no es un relato de amor solamente, nos cuenta de un hombre
compasivo, justo y piadoso llamado Booz, también nos habla de mujeres en el
extremo vulnerables, pero con cierta esperanza.
En
realidad, esta historia así es más común y cercana de lo que nos gustaría
reconocer. Es la historia de la mujer que podemos encontrarnos recién deportada
y perdió a su familia o de la migrante centroamericana que huye de contextos de
violencia y hambre, y hasta de aquellas y aquellos que vagan por las calles de
Tijuana en busca de comida, protección y trabajo. Es la historia de mujeres
como Noemí sumidas en amargura o de mujeres como Ruth, con esperanzas frágiles
y vulnerables. En historias como éstas, en medio de la tragedia humana, Dios se
inserta, ese es su carácter revelado desde el principio y confirmado en Jesús,
es el Dios que se muda al vecindario, que cuida de los desprotegidos, que mueve
a su pueblo para transformar las realidades de opresión e injusticia para los
más débiles.
En la
historia de Ruth, Dios está presente en esta mujer moabita que permanece a lado
de una mujer que sufre y comparte el dolor. Él seguramente acompaña a Noemí en
su amargura y se deja ver en la piedad de Booz quien hace todo lo
posible por rescatar y redimir a las dos viudas migrantes, la judía y la
extranjera. Dios como héroe de la historia no es un rockstar. Muchas veces es
la presencia sencilla y humilde del que tiende un plato de comida, del que
escucha, acompaña, del que hospeda y del que lucha por transformar las
estructuras injustas en lugares para que florezca la dignidad humana, ahí está
Dios, de manera sencilla y contundente.
Dios nos
sorprende porque aparece en donde no le esperamos y nosotros nos empeñamos en
no mirar. Ruth, la moabita no tenía un lugar en la historia de Dios, no le
correspondía, pero al final del pequeño libro, ella aparece en la genealogía de
Jesús. Así es Dios, Él va cumpliendo sus propósitos en la historia y en el
proceso va transformando las tragedias humanas en lugares para la esperanza.
Ruth, quien no era del pueblo de Dios fue compasiva y valiente y la Biblia nos
cuenta su historia. Tendemos a no prestar atención a sus orígenes, pero es
importante porque muchos en nuestro mundo y en nuestra ciudad hoy están en la
situación de Ruth y están buscando a Dios. Muchos hoy luchan por su dignidad, haciendo lo
que pueden por la gente que sufre. El tema de los deportados, de las mujeres
migrantes victimas de trata y de los menores no acompañados son cosas que nos
competen, porque a Dios le importan, porque Dios no es ajeno y porque el Dios
en quien creemos está ahí, invitándonos a insertarnos en su historia. Dios
aparece en este tipo de historias y cambia las realidades. Dios inserta a
mujeres extranjeras y migrantes al centro de su historia y transforma el futuro
en esperanza.
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