Para Ruty
En los últimos
días, al empezar a pensar en el proceso de enseñanza-aprendizaje para adultos y
reflexionar mi propio caminar espiritual en el tema educativo me ha llevado a
pensar mucho en las relaciones que me han transformado. Lo he escrito antes,
pero creo que es en el contexto del encuentro con el otrx (y el Otrx) y en la
comunidad que las cosas pasan y nos hacemos más humanos, más compasivos,
empáticos…
Hace más de 8
años conocí a una amiga de la península Sur de México. La amistad con Ruty ha
sobrevivido a pesar de estar a un país de distancia, de innumerables
diferencias culturales y de muchas discusiones graciosas y otras más serias.
Nos hicimos más cercanas ante la enfermedad que amenazó la vida y los fracasos
amorosos. Ambas somos curiosas por naturaleza, nos encanta saber y conocer, obtener
respuestas y tener el control. Somos parecidas en muchas cosas, pero a pesar de
eso, algo nos atrajo la una a la otra. Se lo hemos atribuido a la conspiración
divina en múltiples ocasiones. Nuestra amistad ha tenido altas y bajas, y en los
últimos 2 años ha sufrido como nunca…pero seguimos. Creo que el compromiso y el
deseo de acompañarnos, de querernos y procurarnos ha sido más fuerte que los
disgustos, los desencuentros y las decepciones. Conspiración divina y deseo
divino.
Al estar leyendo
ayer y pensando en nosotras (Ruty y yo), no pude dejar de pensar en mi hija.
Ella trae consigo una curiosidad innata e insaciable. Eso me encanta de ella.
Pero, aun cuando quiero que explore el mundo, mi mayor anhelo y oración es ver su
conocimiento fundado en el amor y la compasión, no sólo en la curiosidad y el
deseo de control. Ruty y yo sabemos lo que es eso, sabemos lo que es querer
saber para controlar y por el deseo mismo de conocer. Pero en nuestro caminar
con Dios y como amigas, fuimos descubriendo que el amor y la compasión son
mucho más excelente motivantes al conocimiento. También tuvimos que
deconstruirnos y des-aprender para amar mejor, para ser vulnerables, abrir el
corazón y llorar los dolores. Ayer me hice más consciente cómo quiero que mi
hija aprenda esas cosas, luche por ellas, por amar mejor, por conocer para amar
más profundamente, más empáticamente. Espero que Erandi aprenda más rápido que
nosotras que lo importante no es acumular conocimiento, sino amar y ser
compasiva. No parece la medida del éxito en este mundo, pero nosotras sabemos
que al filo de la muerte lo demás es lo de menos.
Así que en medio
de mis reflexiones sobre la educación y la formación cristiana, estuvieron en
mi mente el diálogo con ustedes dos, Ruty y Erandi. Un poco con nostalgia y con
mucho agradecimiento.
Fue contigo, Ruty, que aprendí que esto de la
amistad implica compromiso y que, a pesar de los enojos, seguimos siendo
amigas. Fue contigo con quien me fui haciendo adulta, consciente del proceso y
con quien caí en cuenta de lo inmadura que pude ser. Aprendí a quererte a ti,
tu familia y ser parte de tus procesos, aun cuando tú no querías. Tu vida está
tan impresa en la mía, que al pensar que nuestra amistad terminaba, lloré,
porque hay tanto de ti y las cosas que vivimos, que me duele pensar que no
estés. Suena cursi, pero algo que he aprendido contigo, es que ser vulnerable
puede verse mal, pero no nos queda de otra, más que ser quienes somos. ¡Te
quiero, amiga!
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