Antes de salir a Vive con la familia, compartí la historia del joven rico en una reunión con familias de la iglesia. No pondré todo el estudio del pasaje, pero me gustaría resaltar una parte que nos tocó a varios y que se hizo testimonio para mi familia.
El jovén rico no es tan diferente a nosotros en ocasiones, tenía algo que le impedía dejarlo todo para seguir a Jesús. Y ese mismo Jesús, lo desafió justo en eso; no quería su dinero, quería su corazón y mirándolo con amor se lo pidió. El joven rico, triste y dolido no quiso entregarlo. Sin embargo, la historia que Marcos nos narra no termina allí. Otros sí lo habian dejado todo para seguir a Jesús y Pedro rápidamente lo reclamó: "¿Qué hay de nosotros?". En eso Jesús respondió lo siguiente:
"Les aseguro que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna."
Aquí fue donde hubo silencio, reconocimiento, promesa, quebranto, arrepentimiento y agradecimiento. Porque es cuestión de creer de verdad, de confiar viviéndolo y en el caso de otros, de tan sólo reconocerlo. Que aún cuando no nos hemos despojado de todo, ya hemos recibido mucho más a cambio de lo poco que hemos entregado. Porque como familia tal vez hemos entregado poco en fe, pero de eso poco hemos recibido mucho: a hermanos, hermanas, hogares, padres, madres e hijos. Y porque aún si nos quedáramos "sin nada" habría siempre algo más que dar...
El jovén rico no es tan diferente a nosotros en ocasiones, tenía algo que le impedía dejarlo todo para seguir a Jesús. Y ese mismo Jesús, lo desafió justo en eso; no quería su dinero, quería su corazón y mirándolo con amor se lo pidió. El joven rico, triste y dolido no quiso entregarlo. Sin embargo, la historia que Marcos nos narra no termina allí. Otros sí lo habian dejado todo para seguir a Jesús y Pedro rápidamente lo reclamó: "¿Qué hay de nosotros?". En eso Jesús respondió lo siguiente:
"Les aseguro que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna."
Aquí fue donde hubo silencio, reconocimiento, promesa, quebranto, arrepentimiento y agradecimiento. Porque es cuestión de creer de verdad, de confiar viviéndolo y en el caso de otros, de tan sólo reconocerlo. Que aún cuando no nos hemos despojado de todo, ya hemos recibido mucho más a cambio de lo poco que hemos entregado. Porque como familia tal vez hemos entregado poco en fe, pero de eso poco hemos recibido mucho: a hermanos, hermanas, hogares, padres, madres e hijos. Y porque aún si nos quedáramos "sin nada" habría siempre algo más que dar...
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