Mis propias limitaciones y desilusión me hacen estar más consciente de que otros han necesitado de mi y yo no he respondido a ell@s. Porque hay momentos en la vida que uno experimenta desilusiones muy fuertes, sobre todo porque piensa que merece lo mejor, o más bien, que merece lo que uno quiere y espera, y al final no lo obtiene. Las desilusiones pegan hondo en la realidad del corazón humano. Y es que todos hemos experimentado profundas desilusiones, de quienes amamos, de lo que hemos construído y no sucede y de la misma idea que tenemos sobre Dios. Y es difícil reconocerlo ante otros, no fingir que todo está bien, e incluso darte cuenta que la forma en que otros actúan ante la desilusión propia es inapropiada y egoísta, pero...yo respondería igual, y eso es aún más triste. Recuerdo en mi historia que han existido 3 cosas que han dejado una huella muy profunda en mí, donde he tenido mi corazón y mis esperanzas puestas en algo que no sucedió o que no recibí. Siendo honesta, dos de ella...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...