Negarme. Amarte más. Anhelarte a tí por sobre todas las cosas. Renuncia. Dolor. Sudor y fuerzas. Entrega y cansancio. Sufrimiento. Cruz. Identificarme contigo. Muerte.
Porque no pides mucho, lo pides todo. Y así debe ser, tú eres Señor, Creador y Sustentador de todo. El que salva y reina. Reconocer que rendiré cuentas del dinero, recursos, tiempo y relaciones que llegan a mi. Que no poseo las cosas, ni a la gente, ni "mi" tiempo y que debo ponerlo todo para el beneficio de tú Reino.
Por eso animaste a los que caminaban tras tuyo a considerar el costo antes de seguirte. A no tomarlo a la ligera, a reconocer que contigo es darlo TODO, así como tú lo diste TODO. Imagino que muchos derramaron lágrimas. Pero prefirieron tu voluntad, propósito y planes. Confiaron en tu bondad porque te has mostrado digno de confianza.
Al final, lo mejor es amarte más. Tú eres la recompensa, la mejor que existe. Recibimos de vuelta la vida. Nueva familia. Provisión. Hogares. Gozo. Resurrección. Tú descanso y tu paz. Vida. Todo resignificado a partir de luz.
Yo te sigo...
Yo te sigo...
Entiendo esas palabras que sencillas marcadas con un punto, nos llevan a valorar el costo del discipulado.
ResponderEliminar¿Seguiremos derramando lágrimas en el camino?
Si, va en el paquete!...pero en el mismo paquete hallamos Esperanza, descanso y paz.
Le seguimos siguiendo...
Gracias a Dios por los compañeros de camino. Gracias amiga!
ResponderEliminar