Llevo años invitando a estudiantes y más
personas a estudiar con seriedad la Biblia, es decir, a meterse en ella para
comprender mejor lo que dice, con la esperanza de que encuentren respuestas a
sus preguntas y a sus aspiraciones más profundas. Ahora, sigo invitando a
estudiantes a adentrarse en el mundo de las Escrituras para encontrarse con
Dios y re-descubrir a Jesús, sabiendo que Dios les está buscando de mil
maneras. Sin embargo, en estos últimos días, veo la clara la invitación de Dios
a dejar que sea ella quien me/nos estudie.
Estoy leyendo “Cómete este libro” de Eugene Peterson y meditando por las mañanas la carta de Santiago desde hace
unos días, mientras estudio con amigos el evangelio de Lucas. En esto observo
que la Palabra requiere nuestra dedicación para comprender lo escrito, pero aún
más, reclama humildad para dejar que el corazón descubra su realidad ante un
Dios que conoce necesidades, sueños, dolores y pecados. Expandiéndome un poco en las ideas que
presenta Peterson, n el momento en que la Palabra deja de
ser fuente de vida, se convierte en una herramienta para “usar” y manipular,
para controlar a otros desde una posición de “poder” a la cual podemos apelar
al “saber” lo que otros no saben. Por eso quiero enseñar y aprender junto a
otros, sin imponer. Quiero caminar con otros y ayudarnos a ver nuestras vidas a
la luz de la Palabra.
En Santiago no puedo esconderme del mandato
de “Amar a mi prójimo”, no puedo poner excusas con fachada de religiosidad
hueca, porque “la verdadera religión es atender a los huérfanos y a las viudas,
y conservarse limpio de la corrupción del mundo”, tampoco puedo cubrir mis
favoritismos al dar atenciones especiales, porque para Dios los ricos y los
pobres valemos igual. No puedo cantar a Dios los domingos y maldecir a los que
me hacen daño entre semana, menos puedo decir que tengo fe, si mi vida no
está en la brecha por el amor a otros, no puedo separar lo espiritual de lo
material, ni el amor a Dios al del prójimo. No puedo callar ante el mal y la injusticia, no puedo ceder a la corrupción ni conformarme...
Solo puedo ser humilde, y aceptar la invitación a entrar a la Gran Narrativa de Dios, a la realidad de las Escrituras, y vivir, caminar y andar como allí se me pide… Cuando la Palabra me refleja, me muestra quien soy y me estudia, mi respuesta es de asombro, humildad, incomodidad, gratitud y emoción. Solo si vienes y ves, sabrás de lo que estoy hablando…
Ultimamente he escuchado algo que me fascina y me hace pensar mucho mucho... La Biblia es un instrumento para posicionarnos... posicionarnos para que Dios nos toque. No nos toca la Palabra, nos toca el Dios de la Palabra. Que piensas?
ResponderEliminarSi, estoy de acuerdo. Hace tiempo platicaba con un amigo de otra tradición cristiana, y me ayudaba a ver que a veces los evangélicos hacemos de la Biblia la "4ta persona de la Trinidad", sin embargo, la Biblia no es Dios, sino su Palabra, y si hay una diferencia. Dios se ha revelado en su Palabra, pero su accionar no está limitado a ella...
ResponderEliminar