Apunto de culminar el 8vo semestre de la licenciatura; por razón de algunas clases me he preguntado sobre el sentido de la historia. No su simple utilidad, sino su sentido, su fin, su propósito, eso que los que saben denominan como teleología.
...de pronto la disciplina histórica me pareció más noble. Me gusta que esté en la Escuela de Humanidades, porque realmente considera lo que somos como individuos y comunidad. Y sin meternos en embrollos y declarar la muerte de todo: Dios, el hombre, el proyecto ilustrado... nos lleva a preguntar sobre el sentido de la existencia misma. Le da al historiador una responsabilidad ética con la verdad y con el otro. Se convierte en un arma para devolver el sentido, pero no en la forma burda que nos dice que ser mexicanos es festejar con desfiles y cohetes por la Independencia. Sino que afronta los asuntos punzantes del presente y voltea su mirada al pasado buscando rastros que expliquen el fracaso, la muerte, el racismo, la pobreza, el olvido de muchos, la formación identitaria de otros, y mil cosas más. Y en los intentos de historiadores actuales, la búsqueda por sentido en la historia, va a la raíz de la búsqueda de explicación a las atrocidadades del pasado. Apuesta (y apostamos) por una historia comprometida con el presente y que asume su responsabilidad en el mundo que le ha tocado experimentar.
Tal vez, despues de todo, mi vocación sí sea de historiadora. Buscando el sentido, queriendo compartirlo, volteando mi mirada a lo pasado, anclada en el presente y aguardando el futuro. Es labor de profeta, que no calla, que espera y no sólo observa sino se asume como parte de la historia misma que construye.
...de pronto la disciplina histórica me pareció más noble. Me gusta que esté en la Escuela de Humanidades, porque realmente considera lo que somos como individuos y comunidad. Y sin meternos en embrollos y declarar la muerte de todo: Dios, el hombre, el proyecto ilustrado... nos lleva a preguntar sobre el sentido de la existencia misma. Le da al historiador una responsabilidad ética con la verdad y con el otro. Se convierte en un arma para devolver el sentido, pero no en la forma burda que nos dice que ser mexicanos es festejar con desfiles y cohetes por la Independencia. Sino que afronta los asuntos punzantes del presente y voltea su mirada al pasado buscando rastros que expliquen el fracaso, la muerte, el racismo, la pobreza, el olvido de muchos, la formación identitaria de otros, y mil cosas más. Y en los intentos de historiadores actuales, la búsqueda por sentido en la historia, va a la raíz de la búsqueda de explicación a las atrocidadades del pasado. Apuesta (y apostamos) por una historia comprometida con el presente y que asume su responsabilidad en el mundo que le ha tocado experimentar.
Tal vez, despues de todo, mi vocación sí sea de historiadora. Buscando el sentido, queriendo compartirlo, volteando mi mirada a lo pasado, anclada en el presente y aguardando el futuro. Es labor de profeta, que no calla, que espera y no sólo observa sino se asume como parte de la historia misma que construye.
A pesar de lo que eso implique?... Sí!
ResponderEliminarDespués esta vocación no es la de anticuario, tenemos en mente las problematicas de nuestro diario y cotidiano caminar en una sociedad que no se reconoce frente al espejo.
Animo historiadora!