Hoy escuché otra de las conferencias de Urbana 2009*, la de Ruth Padilla. Ella habla sobre la forma en que Dios usa a la gente que está en movimiento, a los desplazados, refugiados, migrantes...En la historia de Dios, los migrantes no sólo son personas que Dios usa para su propósito, sino en quienes Dios habita.
Escuchar toda su conferencia, removió muchas cosas en mi corazón. Recordé el Urbana de hace 3 años, y me hizo recordar también los momentos en mi vida cuando he dicho "sí" a Dios. Debo reconocer que mi presente es producto de aquellas decisiones, momentos e instantes en los que dije, escribí y oré -por la gracia de Dios- que mi vida sería para Él. Hoy que sirvo en la obra estudiantil con todo lo que soy, he recibido y Dios está formando, son los albores de una vida vivida para él, en él y por él. Es el fruto de un "sí" de hace años, y estoy consciente que él tiene más y me moverá a más -sacrificio, entrega, a decir más "sís" y a vivir más esos "sís"-. Esto me llena el corazón, inunda mis ojos y hace que mis dedos busquen seguir el ritmo de la gratitud que brota de lo que pienso y quiero expresar.
Las conferencias que he escuchado han sido sobre el evangelio de Juan, sobre el Jesús que se mudó a nuestro vecindario (que se hizo carne). Y también la de Ruth, una mujer latinoamerica, quien habla sobre los migrantes, que hace eco de las palabras que Samuel Escobar (en Cómo comprender la misión) articula para hablar de la misión de Dios y de nuestro Dios misionero. Sus palabras son una invitación para dejar que Dios quite la venda de nuestros ojos, para ver el mundo como es, para ubicar nuestro propio lugar social y para dejar que Dios transforme la manera en qué miramos y entonces vivamos en su voluntad, en su propósito.
Escucharla me hizo sentir y querer responder. Pensar y ahora escribir. Yo nací en los Estados Unidos, de padres mexicanos, lo que me hace acreedora de ambas nacionalidades. Siempre he vivido en frontera -la más visitada del mundo-, mi papá trabajó en California casi toda su vida sin hacerse ciudadano. Por más 40 años cruzó casi todos los días de la semana para trabajar y regresaba por las tardes a casa, a Tijuana. Crecí viendo la tv gringa, hablando la lengua, conviviendo con la cultura, pero como mexicana. Siempre me costó asumir que al final del día, yo tenía el privilegio de haber nacido en el país hegemónico, aunque no me identificara con él. Muchos mueren (y matan) por el privilegio que yo adquirí al nacer... Eso me hace responsable. Me responsabiliza de poner lo que tengo y recibido al servicio de otros. Si bien crecí también con carencias y he vivido siempre como mexicana, las oportunidades que tuve de estar en una excelente escuela, de haber terminado la universidad y de viajar como lo he hecho me hacen responsable.
Esto lo olvido, a veces olvido de dónde provengo, lo que he recibido y la forma en que todo eso me compromete. Me responsabiliza por el prójimo ante Dios. Conozco la pobreza, la miseria, el abandono, la desolación del migrante, la cara del niño abusado y de la mujer golpeada. Los he visto, los he conocido y para mí todos ellos tienen nombres, y los recuerdo. Por que lugares como Cumbres y Lomas (colonias pobres en México) así como City Heights y East LA (lugares de migrantes en EEUU) son comunidades que Dios ama.
Ante todo esto, para mí, para los estudiantes que conocen a Dios, para la iglesia:
¿Cómo respondemos? ¿Dónde nos ubicamos? ¿Qué estamos haciendo?
¿A qué nos llama Dios, si él es un Dios también para los desplazados, migrantes y demás pueblo en movimiento?
*Convención misionera estudiantil de Intervarsity (movimiento hermano de Compa en los EEUU).
Escuchar toda su conferencia, removió muchas cosas en mi corazón. Recordé el Urbana de hace 3 años, y me hizo recordar también los momentos en mi vida cuando he dicho "sí" a Dios. Debo reconocer que mi presente es producto de aquellas decisiones, momentos e instantes en los que dije, escribí y oré -por la gracia de Dios- que mi vida sería para Él. Hoy que sirvo en la obra estudiantil con todo lo que soy, he recibido y Dios está formando, son los albores de una vida vivida para él, en él y por él. Es el fruto de un "sí" de hace años, y estoy consciente que él tiene más y me moverá a más -sacrificio, entrega, a decir más "sís" y a vivir más esos "sís"-. Esto me llena el corazón, inunda mis ojos y hace que mis dedos busquen seguir el ritmo de la gratitud que brota de lo que pienso y quiero expresar.
Las conferencias que he escuchado han sido sobre el evangelio de Juan, sobre el Jesús que se mudó a nuestro vecindario (que se hizo carne). Y también la de Ruth, una mujer latinoamerica, quien habla sobre los migrantes, que hace eco de las palabras que Samuel Escobar (en Cómo comprender la misión) articula para hablar de la misión de Dios y de nuestro Dios misionero. Sus palabras son una invitación para dejar que Dios quite la venda de nuestros ojos, para ver el mundo como es, para ubicar nuestro propio lugar social y para dejar que Dios transforme la manera en qué miramos y entonces vivamos en su voluntad, en su propósito.
Escucharla me hizo sentir y querer responder. Pensar y ahora escribir. Yo nací en los Estados Unidos, de padres mexicanos, lo que me hace acreedora de ambas nacionalidades. Siempre he vivido en frontera -la más visitada del mundo-, mi papá trabajó en California casi toda su vida sin hacerse ciudadano. Por más 40 años cruzó casi todos los días de la semana para trabajar y regresaba por las tardes a casa, a Tijuana. Crecí viendo la tv gringa, hablando la lengua, conviviendo con la cultura, pero como mexicana. Siempre me costó asumir que al final del día, yo tenía el privilegio de haber nacido en el país hegemónico, aunque no me identificara con él. Muchos mueren (y matan) por el privilegio que yo adquirí al nacer... Eso me hace responsable. Me responsabiliza de poner lo que tengo y recibido al servicio de otros. Si bien crecí también con carencias y he vivido siempre como mexicana, las oportunidades que tuve de estar en una excelente escuela, de haber terminado la universidad y de viajar como lo he hecho me hacen responsable.
Esto lo olvido, a veces olvido de dónde provengo, lo que he recibido y la forma en que todo eso me compromete. Me responsabiliza por el prójimo ante Dios. Conozco la pobreza, la miseria, el abandono, la desolación del migrante, la cara del niño abusado y de la mujer golpeada. Los he visto, los he conocido y para mí todos ellos tienen nombres, y los recuerdo. Por que lugares como Cumbres y Lomas (colonias pobres en México) así como City Heights y East LA (lugares de migrantes en EEUU) son comunidades que Dios ama.
Ante todo esto, para mí, para los estudiantes que conocen a Dios, para la iglesia:
¿Cómo respondemos? ¿Dónde nos ubicamos? ¿Qué estamos haciendo?
¿A qué nos llama Dios, si él es un Dios también para los desplazados, migrantes y demás pueblo en movimiento?
*Convención misionera estudiantil de Intervarsity (movimiento hermano de Compa en los EEUU).
Muy bonita y oportuna reflexión.
ResponderEliminarGracias Natanael. Aprovecho para desearte un buen año 2010, lleno del Señor y su plenitud.
ResponderEliminarme identifico con tus palabras Ale...mas que todo con la parte de sentirse responsable en cuanto a los privilegios que han venido con nuestro nacer. a veces, por haber pasado tanto tiempo en nicaragua, me siento ambivalente frente mis privilegios, pero estoy muy consciente que los tengo que tomar muy en serio para el bien de los demás, los que si, están muriendo para venir a mi tierra, tierra que a veces no he amado ni querido... un abrazo desde aquí en Austin. espero un día que nuestros caminos crucen otra vez...(voy a estar en México en una semana, pero lejos, por DF y después en Puebla...)
ResponderEliminarun abrazo Pamela, disculpa que no habia respondido antes. He estado fuera y ahora bien apurada con otros pendientes. Pero agradezco mucho tus reflexiones y tus experiencias en el caminar. También espero que nuestros caminos crucen y podamos conversar. Seguimos leyéndonos...
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