"Se hablará del esplendor de tu gloria y majestad, y yo meditaré en tus obras maravillosas." Salmos 145:5
Intento hacer un recuento de los últimos días por la República Checa y Hungria, y este poema de David regresa mi mente. Hoy por la tarde pensaba en sus palabras, y reconozco que no me es tan fácil meditar en lo que Dios hace y está haciendo. Pero también veo cuan necesario es hacer un alto, considerar y reflexionar en las obras maravillosas de Dios a mi alrededor.
Después de viajar por varios días por lugares muy lindos de Europa del Este, conociendo gente e historias de lo que Dios obra en otros contextos, puedo ver cómo se "habla" y se celebra la obra de Dios y estoy agradecida por ese privilegio. Pero también veo el riesgo de no detenerme y meditar en lo que esto significa para mi, y sólo ser una expectadora: alguien que no reconoce el obrar de Dios y por lo tanto no habla y proclama sus maravillas.
Creo a veces el riesgo al viajar y ver tantos edificios, museos, palacios y paisajes está en que nos convertimos en simples expectadores y consumidores de cultura. Gente que no considera las historias de los nativos, que no pregunta, que no se deja afectar por el dolor del pasado, o que si lo hace, ni siquiera piensa en cómo eso ayuda a entender nuestro hoy. Esa ha sido una tentación para mi ahora, por eso quiero escribir un poco, por eso quiero detenerme. Necesito tambiénreconocer que Dios está haciendo cosas en mi corazón y recordándome lo sencillo y profundo de su amor, lo grande de su poder y su bondad inagotable.
En cuanto a los lugares visitados, les comparto que tanto en Praga como en Hungria tuvimos (algunos colegas del movimiento estudiantil y yo) la bendición de ser hospedados por gente IFES que aparte de abrir sus casas y oficinas nos permitieron tener un sabor más rico de sus paises. En Praga compartimos la comida, historias de amor en el ministerio y un juego de mesa con Thomas y Daniella, quienes también nos llevaron a su iglesia y nos explicaron más de lo que significa ser cristiano en esta parte del mundo. En Budapest estuvimos en la oficina nacional y aparte de compartir la comida húngara que es riquísima, bailamos al son de la música de Transilvania, mientras disfrutamos de la alegria y la hospitalidad de Agnes, quien nos guió por la ciudad y un poco de su historia.
Ahora estoy en otra ciudad, con otra gente y con el deseo de meditar más, de reconocer lo que Dios está haciendo de forma evidente en el mundo, pero también de no perder de vista lo que quiere seguir trabajando en mi corazón en medio de todo esto. Sé que Él está obrando en mi ciudad, con los estudiantes con los que trabajo y con los amigos con quienes comparto las buenas noticias allá donde vivo... Por eso anhelo que mi corazón se enfoque de nuevo; quiero dejar que Dios me recuerde lo básico, quiero meditar en sus palabras, mientras escucho y veo su gloria, majestad y sus obras poderosas en todo lugar a dónde voy. Quiero colaborar y agradecer todo aquello que El está haciendo...
*La foto es en Budapest. Una vista panorámica de Pest, desde Buda y el río que las divide es el Danubio.
Qué bendicion Ale,aun no tenemos el gusto de conocernos pero la sangre de Cristo nos une en un mismo sentir,no cabe duda que las maravillas de Dios son innumerables...
ResponderEliminarCreo que aveces con lo sofisticado(por así decirlo) de las cosas nos podemos olvidar de las cosas básicas o pequeñas.
ResponderEliminarGrax ;)