Tomé la clase más intensa y pesada de la Maestría hace algunas semanas. Justo el lunes pasado presenté el examen final y me fue muy bien, pero sufrí en el proceso. La clase en sí no era lo más difícil, sino el ritmo intensivo de cursar en 3 semanas lo que llevaría todo un semestre para aprender. No estaba muy motivada, pero debía llevar una Lengua Bíblica, así que tomé Griego. Ahora me falta solo cursar 1 crédito, escribir un reporte de lectura, una autobiografía espiritual y presentar un examen comprensivo para terminar la Maestría en noviembre de este año o marzo del siguiente. Si las cosas salen cómo las hemos “medio” planeado, me estaré graduando en abril del 2018, después de casi 5 años de haber comenzado. En las últimas semanas también hemos comenzado el proceso de decir adiós a nuestros amigos que regresan a sus países después de un año de estudios. Hemos disfrutado de “últimas” cenas, desayunos, fiestas y despedidas. Hay mucho que celebrar y agradecer en un año tan lleno...
Qué bello testimonio de fe y espíritu. Agradecemos esta entrega y su pertinente invitación a orar y a pensar en el Dios de la Vida. No podemos encerrarte Señor ¡vaya que es cierto!
ResponderEliminarMuy interesante este Blog. Me gusto mucho. Hay que buscar a Dios. Es lo unico que da paz.
ResponderEliminarGracias por leer y comentar. Me alegra que este sea un espacio que invite, anime y nos haga pensar. Saludos!
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