Aún no sé si estoy llegando, asimilando o tratando de poner en orden un poco de lo que he aprendido, resuelto y lo que se ha abierto en estos días...
La verdad es que aún estoy "fuera" de casa. En otro continente, en medio de otras culturas y comidas. De pronto me sentí tan extraña a esto que pensé lo dificíl que es "llegar", porque significa reconocer tiempos, lugares, discernir palabras, miradas, gestos y entender propósitos. Hice lo que hago comunmente, pero sé que salió de lo profundo de mi corazón y con una sinceridad clara, ORÉ, le pedí a Dios que me mostrará la razón de estar acá, que me dijera cómo entenderlo, cómo participar, cómo usar esto para que otros lo aprovechen. Por supuesto que aún no sé la respuesta y sospecho que no vendrá pronto, pero estoy tranquila.
Por un lado, mi tiempo en Oxford fue un discipulado andante; las largas caminatas fueron el marco de lo que escuché, aprendí, pregunté y hablé. Entendí mejor mi trabajo, mi persona, el cómo formar, desafíando conceptos, escuchar historias y compartir la mía. Todo fue un regalo. El desafío es grande, porque creo entender mejor lo qué sigue, pero hay mucho que quiero escribir, pensar, no dejar ir para no olvidar que lo aprendí, quiero correr!...tal vez así lo resumo...
Pero por el otro lado, el tiempo en Paris fue más introspectivo. Igual de confrontador y de marco una ciudad hermosa, acompañada de una amistad única, que ha dejado su huella. Me llevó a reconocer que debo planear, que necesito aún más definir y a su vez confiar. Requiero planear confiando y confiar planeando. Necesito organizarme, pasar la visión, reconocer mis fuerzas, ser humilde...
Medio contrastante pero maravilloso, sólo Dios planea las cosas así para que uno las comprenda. Ahora, ya en Edimburgo, todo se pone de cabeza, porque me siento incómoda, de esa incomodidad que es necesaria para darle sabor a la vida, que nos dice que nuestra forma no es la mejor y que requiere esfuerzo caminar y responder en esta formación constante, continua y del camino. Hasta ahora estoy gozosamente incómoda de estar acá, de dejar que Dios voltee mi mundo, para que le de orden y que haga conmigo lo que quiera, lo que finalmente ha sido este viaje. Su pleno y firme propósito...
La verdad es que aún estoy "fuera" de casa. En otro continente, en medio de otras culturas y comidas. De pronto me sentí tan extraña a esto que pensé lo dificíl que es "llegar", porque significa reconocer tiempos, lugares, discernir palabras, miradas, gestos y entender propósitos. Hice lo que hago comunmente, pero sé que salió de lo profundo de mi corazón y con una sinceridad clara, ORÉ, le pedí a Dios que me mostrará la razón de estar acá, que me dijera cómo entenderlo, cómo participar, cómo usar esto para que otros lo aprovechen. Por supuesto que aún no sé la respuesta y sospecho que no vendrá pronto, pero estoy tranquila.
Por un lado, mi tiempo en Oxford fue un discipulado andante; las largas caminatas fueron el marco de lo que escuché, aprendí, pregunté y hablé. Entendí mejor mi trabajo, mi persona, el cómo formar, desafíando conceptos, escuchar historias y compartir la mía. Todo fue un regalo. El desafío es grande, porque creo entender mejor lo qué sigue, pero hay mucho que quiero escribir, pensar, no dejar ir para no olvidar que lo aprendí, quiero correr!...tal vez así lo resumo...
Pero por el otro lado, el tiempo en Paris fue más introspectivo. Igual de confrontador y de marco una ciudad hermosa, acompañada de una amistad única, que ha dejado su huella. Me llevó a reconocer que debo planear, que necesito aún más definir y a su vez confiar. Requiero planear confiando y confiar planeando. Necesito organizarme, pasar la visión, reconocer mis fuerzas, ser humilde...
Medio contrastante pero maravilloso, sólo Dios planea las cosas así para que uno las comprenda. Ahora, ya en Edimburgo, todo se pone de cabeza, porque me siento incómoda, de esa incomodidad que es necesaria para darle sabor a la vida, que nos dice que nuestra forma no es la mejor y que requiere esfuerzo caminar y responder en esta formación constante, continua y del camino. Hasta ahora estoy gozosamente incómoda de estar acá, de dejar que Dios voltee mi mundo, para que le de orden y que haga conmigo lo que quiera, lo que finalmente ha sido este viaje. Su pleno y firme propósito...
(Edinburgo, 2 de junio, 11pm)
Me da gusto que Dios esté poniendo todo de cabeza... además de que es divertido (claro, si lo queremos ver así, je), entramos a un proceso de enseñanza que de ninguna otra forma puede darse, ¿cómo podríamos descubrir lo que hay debajo de las cosas si no las movemos o las volteamos? ¡Disfruta el tiempo allá!
ResponderEliminarDiscupulado andante... compartir la vida viviendo. Fue un placer...
ResponderEliminarGracias Ada y Edith por sus comentarios. Abrazos!
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