El año terminó. Nosotros seguimos aquí, con más preguntas, nuevos sueños, los mismos enigmas, los peregrinos que nos acompañan, con nuevxs amigxs, con otrxs que extrañamos y con muchas cosas que fuimos dejando. No fue un año fácil. Fue el año que más cedí a las distracciones pero también en el que he visto con más claridad el cuidado de Dios en nuestras vidas. Ha sido un año lleno de sorpresas, nuevos comienzos y de una esperanza que se renueva poco a poco. Pasé de estar frustrada y cansada, al descanso, las nuevas preguntas, desempolvar los sueños, a las sorpresas, el dolor, las conversaciones profundas, las interminables distracciones, para de nuevo detenerme y reconocer que la vida misma, si soy consciente, sirve de guía para conocer a Dios. Me di cuenta que Dios no está obsesionado con la puntualidad de mis lecturas diarias, ni con mi asistencia a la congregación y mucho menos se asombra de mi conocimiento teológico. Los momentos de mayor encuentro y profundidad...
Escribiendo de lo cotidiano, hablando sobre Dios, la vida, el mundo, la misión, las y los amig@s...